ESTACIÓ DE BOIRA; la venjança

 


La venganza

La venganza como acción de infligir un daño material o moral con respecto a un daño previo recibido es un sentimiento humano, demasiado humano, instintivo e impulsivo. Todo vale a la hora de vengarse, el fin justifica los medios, pero ¿Es sana la venganza para el individuo?

El dolor del daño recibido nos suele impulsar a vengarnos, sin meditar antes, detenidamente, las consecuencias favorables o desfavorables de tal venganza. Y puntualizo, desfavorables, porque la venganza no nos devolverá la cosa, emoción o persona perdida, no restablecerá el equilibrio y el orden en nuestra vida, sino que nos llenará de más dolor. A la paz interior nos llevará el perdón, no la venganza. Debemos aprender a perdonar a los demás y aprendemos a ello sabiéndonos perdonar a nosotros mismos. Yo me equivoco, luego los demás, lógicamente también.

Nos amparamos en la venganza porque decimos ….!Hay que hacer justicia!...pero no somos quienes para hacer justicia de nada, la justicia la hace la vida misma, quien hace el bien recibe el bien y quien hace mal, el mal! Dios te castigará!, dicen los creyentes amparándose en la justicia divina. La vida misma o Dios pone pues cada cosa y persona en su sitio, a mi parecer.

Concluyo así mencionando que la venganza está generada o tiene su origen en la inseguridad del ser humano, en no saber a digerir las ofensas, organizarlas, racionalizarlas y sobre todo admitirlas. Admitamos que nos han hecho daño, racionalicemos el dolor, no nos dejemos llevar por el instinto de venganza y perdonemos, aprendamos a perdonar, pues esto sí que nos disipará el dolor y nos restaurará el bienestar emocional.

Venganza, fiel compañera

Sutil consejo de las profundidades

Llena de ira incomprendida

Reflejo de las sociedades.

 

Venganza, falsa justicia

Justicia que sólo Dios hace

O la vida misma deshace

El afán por lo correcto.

 

Sin ti no gozaríamos

El placer de devolver el dolor

De infligir un sufrimiento

Material o de pensamiento.

 

Venganza, necia amiga

No restituyes el equilibrio

Dejas sombras de dolor

En el fin del camino.

 

 

Mejor, el perdón

En lugar de la venganza

Perdonemos,

Dando esperanza.

Carolina Roca

Hay que tener enemigos

Mi tesis es muy sencilla y, porqué no decirlo, un poco a contracorriente: La venganza es buena. Y tener enemigos, necesario. Nunca me fiaría de alguien que no los tuviese.

Saber qué tus enemigos están vigilándote te mantiene alerta. Gracias a ellos, no caes en la indolencia, en la vagancia, en la autojustificación y en la displicencia.

Claro, hay enemigos de altura, que dignifican, y luego hay pobres mindundis a los que sólo hay que dedicar desprecio, sin disimulos. Es peor ser un bien queda y falso que alguien absolutamente sincero y honesto. Los mindundis suelen hablar mal de la gente a sus espaldas, son condescendientes y pagados de sí mismos. Opinan de todo con convicción y su aparente seguridad esconde un profundo autodesprecio. Cómo es auto, hagámoslo nuestro. Yo me precio de tener los amigos más fieles y los enemigos más despreciables.

Cómo soy una persona que, por experiencias vividas, busca la verdad y la justicia, si eso existe todavía, desprecio más que odio.

Ah, el verdadero odio. Eso sí que te motiva a actuar. Los buenos enemigos te mejoran y te hacen sentir mejor. Agudizan tu ingenio, sirven de desahogo emocional y te estimulan ese deseo tan placentero, delicioso y duradero que es la venganza. Ninguna mala acción sin consecuencias. Que te teman evita el abuso emocional y el daño inflingido. Nada de poner la otra mejilla. Eso lleva a la frustración y sufrimiento.

Cuando uno maquina su venganza, se siente vivo, alerta, agudiza sus sentidos. El plan son los preliminares del placer y la ejecución del mismo es el orgasmo inolvidable.

El dolor emocional unido al placer. Sin duda. Ante el daño inflingido y normalmente gratuito de una mala persona, que cada vez hay más, la oportunidad de vengarse activa el circuito de recompensas del cerebro. Y no, la venganza no consiste en la agresión o la violencia, eso es una reacción visceral del ofendido. La venganza llega cuando menos lo espera tu adversario que, insisto, has de procurar sea un mínimo inteligente. Los mindundis son tan despreciables e ignorantes que ni se percatan de ella.

Y es que la venganza es dulce y catarquica, vaya que no. Y el subidón que provoca no es adictivo, ni gratuito ni deja vacío emocional ni nada. Tonterías morales que te repiten para que los malos resulten indemnes y los ofendidos y maltratados sean corderitos.

La venganza  no “es muy mala para ti”. Existe, seguirá existiendo y es positiva. Y funciona como factor disuasorio, lo cual a su vez tiene claras ventajas para nuestra supervivencia. Si tu reputación te precede, la gente no se meterá contigo ni intentará aprovecharse. Así que si el objetivo principal de la venganza es evitar el daño, entonces se trata de algo muy, muy bueno.

Además, tienes más tiempo que dedicar a la gente que merece la pena, que también las hay y muchas.

Y yo, shakespeariano, cinéfilo y lector ávido os pregunto.. ¿Qué sería de éstas narraciones sin la venganza como motor?. N A D A.

La venganza es buena, insisto. Es una necesidad primaria que satisfacer. Y en ésta vida, si puede ser, que no sabemos si hay otra. Por eso no os conforméis con el infierno o el Karma. Que los malos reciban su castigo y mis ojos vean su sufrimiento.

Al igual que el hambre, considerad la venganza como una necesidad primaria que satisfacer. Hay ocasiones en que sólo entonces puede el vengador seguir hacia adelante, “porque el objetivo se ha cumplido”.

Conclusión: los enemigos mejoran tu obra y tu vida. La venganza es un detonante emocional poderoso que moviliza a las personas a actuar. Y es universal: todas las sociedades entienden la necesidad de enfadarse y querer herir a alguien que te ha hecho daño. El resentimiento como motor creativo y vital. El odio como gasolina. Ay, cómo me relamo de pensarlo. Recordad: el dolor emocional puede transformarse en placer. El placer de la venganza.

Juanmi, aquél que voló por encima del cuco


Comentaris