TAXI
FELISA, EL CALLEJERO Y EL GPS
Felisa, ese tornado que también ejercía de
madre de Juanmi, no cogía taxis. ¡Qué manera de perder el dinero! Que su hijo
recuerde, sólo le vio utilizarlos dos veces, ante dos emergencias flagrantes:
la rotura del brazo de Juanmi por hacer de Danny Zucko en una representación de
"Grease" en final de curso y por sangrar profusamente por la pierna
después de un atropello también accidental. En las dos ocasiones, Felisa le
dijo al taxista a qué hospital tenía que ir, y en ambas ocasiones, el conductor
no sabía bien cómo llegar y agarraba uno de esos antiguos callejeros para
situarse. Cuando Felisa veía que el taxista era un inútil, según ella, le hacía
parar y bajaban del mismo, y no se atrevían a cobrarle ni la parada. Su enfado
superaba al bienestar de su hijo, que li farem. En su favor, esperaban a otro
taxi con un conductor más fiable.
Asi, cuando Juanmi cogía taxis con su hija
mucho después (ahora ya no lo hace, mera cuestión económica y pocos
desplazamientos) y les tocaba un conductor migrante al que había que deletrear
bien la calle a la que iban y hacia uso del GPS o pronunciaba mal el nombre al
mismo aparato, Juanmi siempre imaginaba a su madre, ahora superenfadadisima,
haciendo bajar del coche a los tres.
Hoy, Juanmi aún no ha comprado un GPS para su coche. Ni, evidentemente, tiene un libro callejero de Barcelona. Prefiere perderse a que su madre le eche una bronca donde quiera que esté. O que se tire su fantasma del coche en marcha.
Juanmi, "el que voló sobre el nido del
cuco"
EL MISTERIO DEL TAXI
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