LA CANÇÓ
CAN-CANCIÓN
🎶 Y yo caí enamorat
de la mascota del veí. 🎶
Bé això té una
explicació, per suposat no és un amor romàntic.
Y es que era
uno de esos "animalots" que la gente pone cara rara cuando los ve.
Bueno, no el animal en sí, sino la raza. Lo llamativo es su aparente ausencia
de pelaje y su aspecto delgado y esbelto. Es el sphynx o esfinge. También
llamado (erróneamente) egipcio.
Pero es originario de Toronto (Canadá) ¿aún no sabes
qué animal es?
Un gato, y yo... ¡estaba fascinado por él! Por eso busqué
adquirir uno. Sería un gato muy diferente a ese. No quería comparaciones. Fue
uno de Angora, me olvidé del otro con rapidez. Lucas, así le puse de nombre. Y
bien, se dice que los gatos son muy suyos... Pues, ¿sabes? Lucas era muy mío. Pero
muy feroz con los otros gatos. Como "gaterías" no existe, yo le hacía
perrerías. Y él tan resignado y dulce como siempre. Pero murió de una infección
urinaria.
Inmediatamente me agencié un perro afgano, pero de raza pastor alemán,
lo que pasa es que nació en Afganistán. ¡Y mira chica! no hay mal que por bien
no venga. Los vecinos no están muy contentos, pero a mí, sus ladridos me
parecen ¡canciones de los dioses! Por eso le puse de nombre... Can-ción.
Nota del autor: Es
imprescindible, que la primera línea de este escrito, se cante con la música
de, -Enamorado de la moda juvenil- de Radio Futura.
Aloisius
¡VIVA EL ROCK!
A los 17años ya me gustaba el heavy metal. Me
informaba de las bandas que iban saliendo nuevas. Pero sin duda una canción que
me marcó mucho fue "Hells Bells", de ACDC. Era la primera canción que
ponían siempre al entrar en 'El Casino’, que era una discoteca para chavalotes
como nosotros. Ese era el recibimiento que hacían siempre a sus clientes. Allí
ya nos conocíamos todos e íbamos a la cabina del dj a pedir canciones. Me
acuerdo que mi amiga y yo teníamos que coger un autocar para llegar al pueblo
en donde estaba la discoteca. Tengo muy buenos recuerdos de esa época. Aún
estábamos "asalvajadas”, sobre todo yo. Cubata va, cubata viene. Nos
poníamos finas. Las chicas no teníamos que pagar entrada. A mí me gustaba mucho
un chico y soñaba con él todos los días. Estos chicos que digo venían
también algún fin de semana a Barcelona. Íbamos a otra discoteca llamada
'Vibrations', allá, en Fabra i Puig. Veníamos todos muy maqueados y dentro de
la disco podía ocurrir cualquier cosa. No hace falta pensar mucho. Mi amiga y
yo, teníamos la costumbre de ir pidiendo cigarros a todo el mundo. Nos los
íbamos guardando en un paquete de Fortuna y luego, podíamos fumar sin haber
gastado dinero. Lo que estaba claro, es que, si sonaba "Hells Bells",
mi menda se ponía a bailar con la guitarra invisible, como hacían los heavies
de esa época. Hoy vivo en el mismo barrio y cuando paso por delante de lo que
era la discoteca pienso ¡qué tiempos aquellos!
Eva
UN TEMA DE NINO
ROTA
Canta el narrador muy mal al son de un 20%
de rumba y un 80% de rock:
"La última vez que te vi terminé bastante mal...
Lejos de casa, solo y a las 10 de la mañana...
Tú preferiste otro polvo que ofrecían por ahí...
Y tu vecina no ha vuelto a contestarme a mí...
No sé por qué no estamos de acuerdo
Y llegamos a mejor puerto...
Nosotros nos merecemos aquello que hacemos...
Mis amigos me dijeron: "Juanmi,
No te enamores la primera vez"
Y no les hice caso"
En
cuarto de carrera (¡cuatro de cinco temporadas, entonces!) alcancé mi cénit
seductor. Sí, a uno no le avisan nunca cuál va a ser el pico más alto de su
montaña rusa... Tenía piso propio -gracias a ganar tanta pasta que luego sólo
podía ir a la baja-, coche para ir y volver de Bellaterra, era una especie de
líder intelectual de los pocos chicos que estudiábamos allí, era portavoz de
los estudiantes, sacaba Matrículas de Honor como favorito de casi todos los
profes y, recién licenciado de la mili, pesaba 20 kilos menos y estaba en plena
forma. Vamos, que parecía (en realidad no era, porque uno es quien es, no las
apariencias) un buen partido, que luego cantaría Fito y los Fitipaldis.
Como
tenía una intensa vida amorosa, mis más íntimos me advirtieron y me hicieron
prometer una premisa: Mis amigos me dijeron, Juanmi, no te enamores la primera
vez que tengas sexo con una chica. Porque solía hacerlo, claro. Escuchábamos,
entonces, la canción de Los Rodríguez y hasta me lo decían tarareando. Yo
busqué una pequeña salida y aumenté el reto: sólo me enamoraría de aquella
chica que reconociera al instante el tema de amor de Nino Rota (me santiguo
mientras escribo) para el "Romeo y Julieta" de Zeffirelli. Mis amigos
bromeaban y decían que ahora estaban ya tranquilos, que no me verían colgado
hasta las trancas hasta los 50... Yo, en cambio, pensé que encontraría varias
chicas con ese requisito, es una mera cuestión de sensibilidad...
Mi
Peugeot vivía noches desenfrenadas de polvos. Para las chicas que buscaban más
comodidad, ya estaba mi gran cama rodeada de estanterías de tebeos de
superhéroes como yo. Pero es cierto que yo prefería el coche como colchón
amoroso porque podía poner música más naturalmente y siempre sonaba el tema de
Nino Rota en cualquier cassette y, hiciera lo que hiciéramos, y mira que se
pueden hacer cosas, dejaba una pausa para que la canción instrumental se
pudiera escuchar. En el asiento de atrás pasaron varias chicas hermosas e
inteligentes, rubias o pelirrojas, sensibles o rebeldes, reivindicativas o
moderadas... Pero ninguna dijo nada mientras sonaba mi canción. Y eso que una
vez, con una chica de la que me podía y quería enamorar, hice trampa y le
susurré "qué tema más bonito y apropiado, ¿Verdad?", mientras subía
el volumen. Pero la joven de melena rubia, cara de ángel y largas piernas
estaba por otras cosas. Con esa rubia recuerdo nunca pude ver la película que
escogíamos para ir al cine... ¡Íbamos a la sala a enrollarnos en los últimos
asientos! Fue lo más cerca que estuve de combinar la ficción y la realidad. ¡Y
siempre ganaba la última!
En
otra ocasión, otra joven de pelo corto, descarada de una manera irresistible y
seductora y, por si fuera poco, además llevaba gafas (que me atraen mucho
porque me encanta cómo se desencajaban mientras nos besábamos), sí que me
preguntó, entre subidas y bajadas de mi Peugeot, "¿quién canta
esto?". Me sorprendió sacara tiempo para la pregunta, pero pude
contestarle "es una banda sonora", todo entre gemidos. Pensé si Nino
Rota estaría orgulloso del uso que hacía de su tema. Pero no dijo nada más al
respecto. La chica, no Nino.
...Y
en la quinta y última temporada de carrera conocí en clase a aquella morena de
sonrisa arrebatadora y ojos verdes. Abandoné a mi manada de chicos para
sentarme unos días a su lado y compartir apuntes. Una tarde quiso venir conmigo
en mi batmovil a un pub de Cerdanyola, donde nos íbamos a reunir unos
compañeros para bailar y cantar en un karaoke de entonces. Ella cantó por
Presuntos Implicados mientras no podíamos dejar de mirarnos. ¡Me la cantaba
sólo a mí! Yo lo borde, como siempre, con los Toreros Muertos, y ella reía y
reía.
Me
dijo que quería estudiar un poco antes del examen de mañana y me pidió la
llevara a la casa de sus padres, salida 9 de la Ronda, destino Esplugues. Mientras
hablábamos, pensé en cómo no me había fijado antes en ella. Era tan dulce, cada
frase suya era un chute de emotividad. ¿Quizá fuera ella la elegida? De fondo,
sonaban Los Secretos. Sobre un vidrio mojado escribí su nombre, sin darme
cuenta, en el descampado en que paramos para darnos más tiempo a despedirnos. Y
fue entonces cuando sonó el tema que hablaba del amor de los jóvenes de Verona.
Y ella se sorprendió, señaló al equipo de música y dijo con entusiasmo
"¡Romeo y Julieta!". Me giré y juro le dije "¿sabes? Tenemos que
hacer el amor ahora mismo". Todavía hoy me sorprendo de aquello. Ella me
sonrió y me besó esquivando el cambio de marchas. En realidad, esa noche
lluviosa, no practicamos sexo, pero sí me hizo, perdón queridos lectores, una
fantástica felación. Cuando acabó ¿o debería decir cuando acabé yo?, le susurré
qué no la iba a dejar escapar nunca. Prometo que sonó muy romántico, y eso que
el tema de Nino Rota ya había terminado hace tiempo, no se había compuesto para
la duración de tal relación.
Y
me enamoré de ella la primera vez, pero no rompí la palabra que había dado a
mis fieles amigos. Acabamos la carrera juntos. Encontramos trabajo relacionado
con nuestros estudios juntos. Recitábamos poemas de Benedetti juntos.
Aprendimos, más ella que yo, bailes de salón juntos. Vivimos juntos. Fuimos a
muchos conciertos juntos. Y, en uno de nuestros viajes por Italia, en Verona,
le pedí a un pianista que animaba el ambiente del restaurante nos tocara el
tema de Romeo y Julieta. Él dijo “¡ahhhh, el grandíssimo Nino Rota!". Y
acarició sus notas para nosotros, mientras entrelazábamos nuestros dedos
prometiéndonos amor eterno. Volvimos a ese restaurante dos noches más, y otra
noche un año después. Y siempre que nos veía, el pianista sonreía y tocaba
nuestra canción, que seguro sería la canción de otros enamorados, nos gustaba
pensar.
Quizá
no tuvimos el trágico final de los amantes de Verona. Quizá nuestro amor no
sobreviviera a la canción, que sigue siendo eterna. Pero valió la pena
enamorarme la primera vez. Mis amigos aún me lo dicen. Aunque ya no hice nunca
más la prueba de que una chica adivinara la canción. Porque ese tema se fue con
ella. Porque cambié de coche y de piso. Me volví más friki. Menos romántico y
más prosaico. Pero jamás amé tanto a nadie como a ella. La chica que reconoció
una añeja banda sonora en un coche donde escribí su nombre, en un cristal
empañado, sin darme cuenta.
Fue
la novia más querida por mi madre. Y creedme, eso son palabras mayores.
Juanmi "el que
voló sobre el nido del cuco"
Una obra maestra de la editora, ¡texto y música!. Y sí, es verdad, procurad no enamoraros la primera vez...
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