El nido del cuco (14-03-2025)




EL HOMBRE DE ACERO (Sitges'24, creerás un hombre puede volar)

1) SUPER/MAN: THE CHRISTOPHER REEVE STORY (de Ian Bonhôte y Peter Ettedgui, EEUU,  2024) ***

Para quien no haya vivido en 1978, es difícil transmitir el poderoso impacto en la cultura pop de 'Superman' (de Richard Donner, que buscaba un actor desconocido para el papel, ningún Robert Redford, Burt Reynolds, Arnold Schwarzenegger o Paul Newman, que se postularon para ello), y sacó al actor Reeve de su prometedora carrera teatral neoyorquina para interpretar al Hombre de Acero. En aquel entonces, las películas de superhéroes no eran una constante, sino un acontecimiento real, y la interpretación de Reeve sigue siendo definitiva. Dos años después, 'Superman II', fue un ejemplo aún mejor de la dualidad que Reeve aportó a los papeles de Superman y Clark Kent.

Tan solo los breves fragmentos de él atravesando la Fortaleza de la Soledad o salvando a Lois Lane (Margot Kidder, de la que añoré alguna mención, que se suicidó en 2018) de una caída fatal, mientras la conmovedora música de John Williams se intensifica, convencieron a una legión de fans que (aunque los muy cuidados efectos ya son anticuados) ningún actor ha alzado, ni lo alzará, el vuelo con la capa roja con la convicción de Reeve. "Todo está en la mirada", explica en una de las muchas entrevistas del film. Con su encanto, su talento y su capacidad para transformarse de Clark Kent a Superman con un simple cambio de postura (hasta yo, friki, creí que con sólo unas gafas, una encorvada postura, unos torpes movimientos, la inseguridad en la dicción y un flequillo podían hacer que no le reconocieran, en un registro a lo Cary Grant), hizo creer a todos que un hombre podía volar y se ganó el corazón de los fans. ¡Y no llevaba ningún acolchado en su traje!. Así que, si como yo, lo conociste en su plenitud, fue un golpe devastador saber que en 1995, Superman/Reeve había resultado gravemente herido en un accidente ecuestre, uno que lo dejó paralizado de por vida.

Sin embargo, lo sorprendente que muchos no pensamos en ese momento, fue que el accidente solo marcó el comienzo de la mayor lucha de Superman, y también de su mayor vuelo. Las barreras que Reeve superó "gracias" a este accidente, así como la voz poderosa y hermosa que se convirtió en la voz activista de esa comunidad con discapacidades en su médula espinal, a la larga se convertiría en su papel más heroico. De eso trata 'Super/Man: La historia de Christopher Reeve'.

El docudrama / biopic de Ian Bonhôte y Peter Ettedgui (quienes coescribieron el guion con Otto Burnham) es un emocionante relato de la vida de Reeve, desde sus primeros días estudiando actuación junto a su mejor amigo, Robin Williams (casi el co-protagonista de la película: vemos cómo Williams entró a la habitación del hospital de Reeve con un uniforme médico y fingió ser un proctólogo ruso, lo que le dio a éste último su primera risa real desde la tragedia), pasando por Superman y las luchas y triunfos que enfrentó desde su accidente hasta su muerte en 2004. La historia se presenta en una narrativa no lineal, alternando entre antes y después del accidente, negándose a ceñirse a una cronología, Y, lo más importante, no se convierte en una hagiografía del héroe.

Éste documental "oficial" cuenta con una ingente colección de material de archivo no visto y cubre las vidas de la familia de Reeve, su primera esposa Gae Exton, los testimonios sinceros de sus amigos más cercanos de la industria, y, claro, la presencia de sus tres hijos, que continúan su legado. Además, reivindica el papel fundamental que jugó en su vida su segunda esposa Dana Reeve, quien falleció dos años después de su esposo debido a un cáncer. El docu arroja mucha luz sobre su lealtad, paciencia y cariño: No solo lo acompañó hasta su muerte, sino que también usó su fuerza para superar juntos los instantes más difíciles, especialmente en los momentos en que Reeve perdió la esperanza, el motor que mueve el film.

El documental es honesto sobre la eventual ambivalencia de Reeve hacia el papel que lo definió, pero también lo encasilló, con intentos de trabajar en otros géneros que resultaron comercialmente infructuosos (aunque uno adora su papel en la magnífica" En algún lugar del tiempo"). No le gustó la obligación contractual que lo obligó a participar en las películas - de menor calidad - tercera y cuarta de la franquicia, aunque se implicó totalmente en ellas para mejorarlas. Pero no cabe duda de que su imagen de fuerza casi invencible para el bien contribuyó a la conmoción colectiva que resonó en todo el mundo cuando reapareció en público como un hombre vulnerable en silla de ruedas, en la ceremonia de los Oscars (nos enseña cómo llevar a Reeve a la ceremonia de 1996 fue una hazaña logística, pero muy emotiva al final por los minutos de aplausos en pie de los asistentes al evento).

Éste film que provenía directamente de Sundance, fue estrenado en la sección 'Sitges Documenta', y nombrada una de las cinco mejores películas documentales de 2024 por la National Board of Review y ganadora, entre otros muchos, de los premios al Mejor Documental en los Premios de Cine de la Academia Británica, del Sindicato de Productores de Estados Unidos, y seis premios en los Premios Críticos de Cine Documental estadounidense, entre otros muchos. Curiosamente, aunque estuvo en la carrera de los Oscars hasta el final, no llegó a ser nominada. Después de su estreno, cómo no, el todopoderoso propietario de DC Comics (editorial de Superman, por el interés mostrado por los ahora jefes creativos de la sección cinematográfica de su Universo superheroico, James Gunn y Peter Safran, las grandes esperanzas para su "resurrección"), la Warner Bros adquirió sus derechos para estrenarla en cines y plataformas (Max).

Los héroes, desde Robin Hood al Rey Arturo, reflejan valores tanto sociales como individuales. Reflejan nuestras aspiraciones, los rasgos que apreciamos y las cualidades que nos esforzamos por encarnar en nuestras vidas. El heroísmo se manifiesta no solo en grandes actos, sino también en la valentía serena y firme de vivir una vida con propósito. Reeve tenía su propia definición de ése héroe: «Un héroe es una persona común y corriente que encuentra la fuerza para perseverar y resistir a pesar de obstáculos abrumadores». El film nos muestra cómo era un gran deportista en su vida normal y poco después, cómo dinamiza en grupos y da esperanza a otros. No sólo perseveró y aguantó tras las secuelas de su accidente (quedó paralizado de cuello hacia abajo), creció y prosperó como ser humano, ayudando a establecer una financiación crucial que ha revolucionado el tratamiento de quienes no pueden caminar. Al hacerlo, bajó de su pedestal de superhéroe para convertirse en un verdadero héroe humano. Como cuenta Reeve, lo que lo expandió fue su empatía, su capacidad de salir de sí mismo para pensar en los demás. Un brete:  pero, pero... ¿Quién realiza una mala crítica - o incluso comentar que es fallida - de un film que habla de él, de Superman?

Éste documental pulido y respetuoso, como no podía ser menos (aunque, insisto, con leves aristas del protagonista) retrata su coraje y resiliencia. Después de convertirse en tetrapléjico, se convirtió en un líder carismático y activista en la búsqueda de una cura para las lesiones de la médula espinal, así como un apasionado defensor de los derechos y la atención de las personas con discapacidad, todo ello mientras continuaba su carrera en el cine delante y detrás de la cámara, y se dedicaba a su amada familia. "Interpretó el papel, no soy ese hombre”, dice Christopher Reeve a finales de los 70 sobre su Superman, para después mostrarlo paralizado y conectado a un respirador, como si fuera una trampa de Lex Luthor que no conseguirá destruir a su némesis.

Los directores tienen la habilidad y el pudor de ofrecer la mirada más profunda, aleccionadora y honesta al actor que podía volar. En un momento dado, Reeve aparece en una entrevista diciendo que no se parece en nada a Superman, pero que la gente le atribuyó esa responsabilidad. La realidad es que Reeve era un hombre mucho más complejo que su famoso personaje en pantalla, y los directores descubren capas del mismo más allá de la mítica de color roja: para mi sorpresa, Reeve no fue un padre perfecto. Hay un matiz agridulce en la admisión de sus hijos de que el accidente lo convirtió necesariamente en un padre más presente, incapaz ahora de desaparecer en viajes de esquí (al día siguiente del nacimiento de su primer hijo Will) o trabajos cinematográficos. La película se toma su tiempo para destacar algunas de las luchas e imperfecciones personales de este hombre. No lo retrata como un santo, sin más. Por ejemplo, sí menciona su tenso divorcio y particular fracaso como pareja de su primera mujer, aunque incluso la misma aparece en el documental para elogiar al ser humano que fue su exmarido. La esperanza y el relato. Descubrimos su infancia atribulada, creciendo en un hogar desestructurado que lo hacía sentir perdido mientras alternaba entre dos familias y lidiaba con un padre severo y despiadado que odiaba la cultura popular (era poeta, novelista y erudito literario), y a quien Reeve jamás pudo complacer. Más tarde, la película no elude sus propios fallos y críticas que recibió como activista, destacando su desafortunado enfoque inicial en la investigación de una cura en lugar de invertir en la calidad de vida y la atención. También hubo controversia por un comercial de la Super Bowl del año 2000 que utilizó CGI para mostrar al actor caminando nuevamente. Es, pues, un film emotico, inspirador y crudo a la vez.

No nos engañemos, ésto no es un docu de Asiaf Kapadian, y, a pesar de su elaborado montaje, no se aleja de lo convencional (recordemos: habla de casi una leyenda inspiradora): a veces da la impresión de que los directores no confían demasiado en su material, como cuando insertan en repetidas ocasiones una estatua de Reeve suspendida en el vacío e incrustada con cristales de kriptonita o viñetas generadas por computadora del actor moldeado en mármol como una deidad griega, piedra que  eventualmente se agrieta. Hay puntos interesantes que no se exploran, como la tendencia de Reeve a recurrir al material gay siempre que quería demostrar su autenticidad, ya fuera interpretando al amante de Jeff Daniels en el escenario, interpretando a la pareja Michael Caine en 'Deathtrap' o dirigiendo el drama sobre el sida 'In the Gloaming' dos años después de su accidente. No vemos imágenes de su interpretación en el remake de 'La ventana indiscreta', ya en silla de ruedas. También hay ciertos errores de juicio, como incluir la descabellada afirmación de Glenn Close de que Robin Williams, casi un hermano para él, seguiría vivo hoy en día si Reeve no hubiese fallecido, creo que algo ligeramente ofensivo para la propia familia de Williams... También escuchamos los más acertados comentarios de sus amigos amigos como Whoopi Goldberg, Jeff Daniels y Susan Sarandon, con divertidas anécdotas. Incluso Reeve, formado en teatro clásico, recuerda el consejo de su mentor, John Houseman: " Es terriblemente importante que te conviertas en un actor serio y clásico. A menos, por supuesto, que te ofrezcan un montón de dinero para hacer otra cosa ". Y vemos cómo  presentó 'Saturday Night Live' y, cómo cantó una canción de amor con Miss Piggy. No hay mejor indicador de que has triunfado que protagonizar Los Teleñecos.

En ésta sociedad mediática e inmediata, vemos a los actores famosos como modelos a seguir, con tendencia a ver sus vidas personales como telenovelas, como proyecciones, como aspiraciones. Pero la historia de Christopher Reeve es diferente. Su vida se convirtió de éxito  a tragedia y, finalmente, en una parábola. Comenzó con el hecho de que era Superman, y no me refiero solo a que interpretara a Superman. Para todos, incluida mi hija (quién en los salones de comic decía a los modelos disfrazados de azul y rojo como reclamo de stands, que NO ERAN EL AUTÉNTICO SUPERMAN), se fusionó con ese papel de una manera especial. Después de décadas de cómics, el Hombre del mañana de Reeve —el perfil cincelado y atractivo, la musculatura ágil, el casco de pelo negro con el rizo justo en la frente, la nobleza intachable de sus ojos— lo convirtieron en el único actor que he visto interpretar a un superhéroe que realmente parecía un dios del pop recién salido de los cómics. Era tan perfecto que el gran Alex Ross le tomó como modelo de su versión gráfica del héroe. De ninguna manera ofende la discapacidad de Reeve —ni la de nadie— decir que había una trágica ironía cósmica en el hecho de que esto le hubiera sucedido a Superman. (creo que el mundo entero sintió y reaccionó así). Las impecables secuencias del docu, conmovedoras, desgarradoras y convincentes, muestran a  Reeve hablar con íntima franqueza sobre cómo se sintió cuando recuperó la consciencia por primera vez después del accidente, y los días y semanas posteriores, y cómo lo experimentó como una pesadilla surrealista de la que solo pudo despertar gradualmente. "Me di cuenta", dice, "de que había arruinado mi vida y la de todos los demás". El accidente fue una prueba suprema de fe, y como nos muestra “Super/Man”, se trató, al final, de la restauración de su fe y la ampliación de la misma. Cénit, caída y resurrección, como el último hijo de Kryton.

El montador, el propio Otto Burnham, nos ofrece además una fascinante visión interna de cómo se hizo la película del 78 (cuando Reeve le preguntó a Gene Hackman si quería ensayar, éste lo miró con total desconcierto) y de cómo rápidamente la gente lo consideraba como una deidad pop. Nos enseña cuán encantador era en los programas de entrevistas. Y, aparte de la ya mencionada parábola, se nos muestra una paradoja: Reeve era un deportista infatigable, siempre en busca de acción en forma de vela, esquí, carreras, equitación y vuelo (era un piloto experto que cruzó el Atlántico dos veces). El accidente fue una verdadera casualidad, y vemos las imágenes del mismo, que no había visto jamás. El caballo no corría muy rápido, pero justo antes de que saltara una valla de carreras de obstáculos, se tensó y se detuvo, y Reeve salió despedido. Como lo describe uno de sus hijos adultos en la película, si hubiera aterrizado sobre su cuello una pulgada más arriba, habría muerto; si hubiera aterrizado una pulgada más abajo, se habría ido con apenas un moretón.

Para un friki como yo, fue también emocionante ver sus cameos en 'Smallville', la longeva serie sobre la adolescencia de Superman, representando a un prestigioso científico que recibe la enorme responsabilidad de decirle a Clark Kent que proviene de Kriptón y que su nombre de nacimiento es Kal-El. Las escenas en que aparece siempre me conmueven con esas notas de piano del tema central de Williams.

El dúo de cineastas de no ficción Ian Bonhôte y Peter Ettedgui causó ya sensación con su deslumbrante documental de moda de 2018, 'McQueen', que con elegancia lideró la línea entre la celebración y la tristeza, entre las alegrías públicas de un brillante creador de arte portátil y las tristezas privadas de un hombre atormentado por demonios insuperables. Logran un equilibrio comparable en su nueva y conmovedora película sobre Reeve, ésta vez entre la icónica estrella de cine y el hombre cuya vida se vio truncada por un trágico accidente. La gran diferencia es que, a diferencia de Alexander McQueen, Reeve logró superar largos días de oscuridad y desesperación, viviendo una vida productiva durante sus últimos años. Al final de la película, se muestra al presidente Barack Obama firmando en 2009 la Ley de Parálisis Christopher y Dana Reeve, la primera legislación ¡con apoyo bipartidista! dirigida a los millones de estadounidenses que viven con lesiones de médula espinal y parálisis. La visibilidad pública de Reeve le permitió impulsar la concienciación sobre la discapacidad, creando una fundación que, desde su lanzamiento en 2002, ha financiado la investigación médica, la atención profesional y la defensa de los derechos de los afectados. La película presenta argumentos convincentes de que innumerables personas afectadas por la parálisis caminan hoy gracias a la labor que él impulsó. Aún hoy, la Fundación Christopher y Dana Reeve brinda acceso a tratamientos y recursos para la discapacidad, y los hijos de Reeve, Alexandra, Matthew y Will,  forman parte de la junta directiva. Sus esfuerzos ahora se centran en la investigación sobre las capacidades de las células madre. Hasta 2024, la Fundación Reeve había recaudado más de 140 millones de dólares para la investigación de lesiones de médula espinal. Antes, Dana detectó otra gran necesidad en la comunidad: muchas personas con parálisis requieren un mejor acceso a atención médica de calidad, y sus familias soportan una carga financiera considerable. Por ello, fundó el Centro Nacional de Recursos para la Parálisis en 2002 , que ofrece programas para veteranos, apoyo entre pares y familiares, defensa de derechos y Becas para la Calidad de Vida. Gracias a sus contribuciones, la fundación pasó a llamarse Fundación Christopher y Dana Reeve. Los esfuerzos conjuntos de la pareja dieron forma al doble enfoque de la Fundación: "la atención de hoy" y "la cura del mañana".

Decía el título de uno de los mejores cómics de Superman, guionizado por (santiguaos) Alan Moore: ¿Qué le ocurrió al Hombre del Mañana?", donde al final, Superman se transformaba en hombre para pasar feliz el resto de sus días con Lois Lane, y comentaba a un periodista: "¿Qué si tengo envidia de Superman?. No, hijo, los héroes de verdad somos la gente "corriente". Estoy seguro que los directores y guionistas lo leyeron para llevar a cabo su enfoque sobre la vida de Reeve, que nunca fue "corriente".

Dejando aparte cierto sentimentalismo honrado, el film te hará creer. Y dirás ¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡Es... Christopher Reeve!. Y le echamos de menos. Un documental necesario e inspirador.

 

PD.- Dedicado a mi amigo Xavi, el mayor fan de Superman y también un héroe real, capaz de superar crueles enfermedades con una sonrisa esperanzadora. Tuvimos que verla juntos.



 


Comentaris

  1. Excelente crónica.Mucha gent piensa q un documental no es cine y no se puede comparar con una peli, pero tal como la describes, hay q verla. Era el Superman y mejor sin un Clark Kent perfecto d casting...Donner lo escogió a la 1a, antes q a Lois Lane, Kidder. Y si, coraje y ejemplaridad en su compleja situación. D E..p. tanto el como su amigo Williams, y su sirvió para ayudar a las personas con tetraplejia y otras discapacidades , pues adelante. No tiene nada q ver, pero en un día lluvioso como hoy, vivo tu experimento sociológico sobre la gente q se aparta o no con los paraguas....el mundo a peor, y ya no tenemos un Superman q nos ayude.

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    Respostes
    1. Antes que nada, querido Koto, si sigues mis teorías sobre la gente con paraguas y los que no (entre otras teorías en días de lluvia) estás condenado a dejar de creer en héroes.
      Y ¿Quién cree que un docu no es un género propio del cine? Qué el general Zod les obligué a arrodillarse...
      Reeve consiguió que creyéramos que no reconocieran a Clark Kent como Superman, lo que demuestra si calidad como actor. Y, efectivamente, ejerció de hombre de acero hasta el final. Se podía romper, pero no así su tenacidad.

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