¡A VER CUÁNDO TE OFENDES! EL NED FLANDERS ULTRAVIOLENTO (Sitges'24,
peli de medianoche)
1) KRAZY HOUSE (de Steffen Haars y Flip van der Kuil, Holanda, 2024)
**
El film del que hablaremos se exhibió dentro de la Sección Midnight
X-Treme, la más noctámbula, gamberra y gore del Festival. Y la podéis
encontrar ya en Prime Video. Se trata del quinto largometraje del dúo
holandés de directores y guionistas holandeses, y su debut en inglés, contando
como protagonistas a Nick Frost (inolvidable co-protagonista de la trilogía del
cornetto de Edgard Wright) y Alicia Silverstone.
La historia se desarrolla en el absurdo y a la vez convencional mundo de
'Krazy House', una comedia (muy mala) de televisión sobre las torpes travesuras
de un padre santurrón, cristiano muy devoto, que lleva un jersey de Jesús
tejido por él mismo: Christian Bernie (Nick Frost, basado directamente en el
más irritante de los vecinos cristianos, el Ned Flanders de Los Simpsons) y
todos los contratiempos y líos en los que se mete. Oímos las risas del público
desde el opening de la serie, que imita el aspecto de una sitcom de los 90, en
formato 4:3 y poco colorida, y se emite en directo con decorados incluidos
(curiosamente una añeja sitcom canadiense de finales de los 70 tenía el mismo
título). Risas enlatadas, por cierto, que dejan un montón de silencio entre
chistes de manera incómoda. Frost cuenta con el apoyo de sus compañeros de
reparto, su esposa con exceso de trabajo y la que mantiene económicamente a la
familia, la abogada Eva, con aversión al sexo (Alicia Silverstone); su hijo
ateo obsesionado con la ciencia (Walt Klink) y su hija, la única virgen del
instituto, obsesionada con el chicle y con el repugnante hábito de tragarse
todos los que mastica (Gaite Jansen). Christian también es un tonto
incompetente y molesto y hace continuo proselitismo de las virtudes cristianas,
mientras camina torpemente con zapatos hechos con cepillos que ha inventado
para mantener los pisos de su casa impecables, pero que de hecho lo hacen
tropezar una y otra vez, lo que lo lleva a una desastrosa caída tras otra.
Esos zapatos –y la obstinada negativa de Bernie a quitárselos– simbolizan la
tensión que hay en el corazón (y en el alma) de Bernie, pues es a la vez un ama
de casa y un destructor de hogares, un ingenuo insulso que lleva una vida
anodina y una bomba de relojería por su capacidad de crear desastres a su paso.
Su lema auto-descriptivo, que repite a menudo, es “Oh Dios, qué desastre”,
repetido por el coro de espectadores, que reaccionan y se divierten con el caos
que Bernie nunca deja de crear a su alrededor. Vamos, como Urkel en los 90.
Cuando la torpeza de Bernie hace que revienten las tuberías de agua, Dios
parece enviarles un deus ex machina en la persona del manitas Pjotr y sus dos
hijos. Los tres rusos (recordad, se vive aún los estertores de la Guerra Fría),
con maquinaria pesada de derribo, transforman la vivienda en "Ésta casa
es una ruina" en un santiamén. Obviamente, buscan algo, y convierten
las vidas de los protagonistas de la comedia en un caos, y, más importante,
desgarran el débil tejido de la realidad con la ficción. Pronto las paredes y
los cimientos de la casa cristiana están siendo literalmente destrozados por esos
disruptores y deconstructivos (de la aparente ficción) rusos.
Así, los intrusos introducen blasfemias, drogas duras, homosexualidad,
embarazo adolescente (¡de chicle!) y una hiperviolencia en este domicilio
familiar aparentemente corriente, SPOILER - OJO hasta que los tiroteos se
intensifican y acaban con la audiencia que se encuentra más allá del plató,
mientras que el bueno de Bernie deja de poner la otra mejilla, pone fin a su fe
de muchos años en Jesús (Kevin Connolly) y la pantalla se agranda al siglo XXI.
El sueño americano - y la familia ideal - explota muy, muy sangrientamente en
un festival gore - FIN SPOILER.
Ésta sátira que deviene en film hiperviolento y absurdo puede poner a prueba los límites del gusto y la paciencia del espectador. Sí, es sangrienta, burlona, blasfema pero al mismo tiempo muy anárquica, no rompe reglas establecidas porque no las hay (como la ruptura de la cuarta pared). Los intrusos, aparte de destrucción, aportan una trama cargada de sexualidad al límite, "pervirtiendo" a la familia: el hijo comienza a cocinar metanfetaminas y a alucinar con gremlins verdes, mientras que se enamora de uno de los soviéticos; la hija se queda embarazada por otro (aquí también juegan con el espacio / tiempo); Eva se enferma por el polvo y pierde su trabajo de alto nivel...
La débil masculinidad y religiosidad de Bernie le hacen incapaz de proteger
a su familia y hasta ser crucificado. No es hasta que literalmente niega a
Cristo (una alucinación interpretada por el veterano de sitcoms de los 90 Kevin
Connolly) que puede “hacerse hombre” y reclamar lo que es “suyo” a través de
una ultraviolencia exageradisima y que provocó algunas carcajadas entre el
público. El film apuesta por giros narrativos dementes, y los directores
intentan superar la limitación del único decorado alternando entre diferentes
aspectos y resoluciones: como ya apuntaba, las escenas de parodia de comedias
de situación se presentan en formato 4:3 granulado, mientras que la película
cambia a pantalla completa HD en cuanto Bernie comienza a obedecer las voces
homicidas en su cabeza. Ésto hace la película visualmente interesante, pero
demasiado caótica, particularmente cuando se combina con el derramamiento de
sangre implacable de la película -incluido público, policias y técnicos- y
todos esos toques surrealistas aleatorios mal ensamblados. Es demasiado y un
montón de nada al mismo tiempo, y menos mal que sólo dura 86 minutos.
Ésta Casa Loca es un film agotador, desenfrenado, y no diré que desagradable
por el marco del Festival y sección en que se exhibió. Tendrá seguidores de
culto, sin duda, y otros mirarán el reloj esperando se acabe pronto éste desordenado
batiburrillo de comedia y violencia del que esperaba mucho más. 'Krazy House'
tiene más risas en las pistas de track que las que provoca de verdad. Y los
chistes parecen más tontos y ruidosos que especialmente inteligentes y
transgresores. En su haber, los directores no tienen miedo de llevar las cosas
demasiado lejos, lo que podría considerarse una cualidad en sí misma (incluso
en el mundo del terror moderno, todavía hay algunas cosas que se consideran
casi "tabú" y es bueno que 'Krazy House' rompa con
un montón de ellas), pero no una que sea sostenible durante toda la proyección,
haciéndola a la vez única y cansina.
Los cambios repentinos de tono, la imagen cruda de una sociedad perturbada y
la ruptura de la cuarta pared en Krazy House ya estaban, por ejemplo,
en las excelentes 'Funny Games' de Haneke. Y sí, éste film se
distingue de aquél porque pretende ser una comedia loca donde se combina la
risa y el asco, nada es sagrado: los valores e iconos religiosos, el amor, el
trabajo, la familia y todo lo que ofrecía seguridad en el pasado. El lema
anarquista de la historia es por tanto exuberante y simple: “¡Mátenlos a
todos!”. Pero, ay, no tiene nada del necesario nihilismo de Haneke, por lo que
sólo queda una propuesta gamberra que aburre hasta en su exceso. Si al menos,
en el final, hubieran optado porque todo fuera fruto de la imaginación de
Bernie, incapaz de afrontar que su familia de 2024 no es tan idílica como las
sitcoms con las que creció y no quiere lidiar con embarazos no deseados, homosexualidad,
drogas y la ausencia de una mujer que probablemente le ha dejado, todo tendría
mucho más sentido y fuerza crítica. De hecho, creía que iban a optar por ese
camino, dado que la película contiene cabos sueltos en forma de breves tomas de
reacción de Frost que se abandonan rápidamente, que insinúan inseguridades
persistentes en la psique masculina estadounidense. Pero no.
Pero su original premisa no da para más que unos chistes no demasiado
acertados. La llegada de los “invasores” rusos que alteran el status quo es un
desarrollo que pierde fuerza con bastante rapidez. Finalmente, cuando la
película se adentra en el sexo y la violencia que las comedias familiares
estadounidense ocultan bajo la alfombra, no resulta lo suficientemente directa
como para ser verdaderamente cruel. Cualquier intento de transgresión es, o
infantil, o peor, revela una falta de comprensión de la cultura misma que se
satiriza por parte de los creadores holandeses (con crímenes continuos de odio,
tiroteos...). 'Krazy House' quiere desesperadamente ser perversa, pero
incluso sus ideas visuales y narrativas más provocativas resultan flojas, ya
que intentan impactar por el mero hecho de impactar, pero terminan por no
perturbar ni molestar a nadie en particular, y satirizar el catolicismo como
religión organizada hoy ya no tiene mérito alguno. La película es un
aburrimiento, a pesar de lo entregado de su elenco.
Es cuestión de ritmo: si empiezas con desprecios pretendidamente mordaces y
locuras al máximo en torno a las sitcoms, cuando el caos aumenta no lo hace así
la tensión. Como cortometraje pudiera haber funcionado, como film es un
ejercicio hueco de impacto y humor -se supone incisivo- sin objetivo claro. Una
maratón de excesos sin propósito y sin gracia efectiva. Hasta los cambios de
formato parecen caprichosos, inocuos. En resumen, hay potencial pero se
desperdicia por un guión mal estructurado. Éste viaje ácido y gore atacando a
los valores tradicionales no molestará a mucha gente: excéntrica y disparatada,
pero inofensiva.
Por lo q cuentas,no creo q la vea..prefiero ver de nuevo,por 4a o 5a vez, la dupla Frost-pegg...en Arma Fatal....excelentísimo film.salu2
ResponEliminaPues querido Koto, al final de éste film, viendo a Frost disparar a diestro y siniestro, no pude menos que recordar el último tramo de "Arma fatal", que vimos en Sitges.
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