El nido del cuco 12-07-2024

 

MI ORIGEN COMO SUPERHEROE

Creo haber contado ya cómo a mis tiernos 8 añitos mi madre me echó de su casa cuando se me cayó mi plato de sopa y dejé todo su comedor perdido de pasta y diminutos trozos de vajilla.

Recuerdo bajar las escaleras desde su séptimo piso para que los vecinos no oyeran el ascensor o vieran que lo utilizara un menor.

Pasé horas no en el parque que se veía desde los balcones de mi bloque, sino uno que estaba tres manzanas más abajo, casi en la plaza Llucmajor. Solo, mirando todas las luces encendidas de las ventanas, y columpiándome suavemente, me dije a mi mismo que aquello fue un accidente, que era inocente y que eso me convertía en una víctima.

Mi padre, unas horas después, me encontró y me llevó a casa, temerosos los dos. Mi hermano dormía y mi madre imaginé lo disimulaba. Casi no dormí del miedo a ver cómo reaccionaba el día de Navidad.

Desde entonces, pasé muchas noches y días fuera de casa de mi madre. Ese sentimiento de injusticia me llevaba a enfrentarme a ella y aceptar los exilios. Dormia en terrazas, en bancos de parques, veía cuatro veces films de estreno o dos veces cada una en films de reestreno con dinero que me daba mi padre... (así mi hermano llegó a ver con cuatro añitos El Crack 2).

A veces era nuestro propio ego lo que nos hacía confrontarnos de esa manera tan cruel. Pero siempre acababa igual. Yo con mi mochila del colegio durmiendo donde podía. Luego encontré hasta sitios donde ducharme. Eso me volvió muy solitario.

También fui objeto de bullying en el cole donde pasé la primaria. Era el blanco perfecto para los tres salvajes de turno y el silencio cómplice de los demás. Un día, muchos años después, me invitaron a una fiesta de exalumnos!!!!. Sin recuerdos bonitos, no acudí.

Cuando empecé, muy temprano, a leer cómics de superhéroes, sobre todo a Daredevil, abogado de día, justiciero de noche, me propuse tener una misión: luchar por la verdad y la justicia.

Luego encontré amigos y amantes, aprendí (un poco) cómo tratar a mi familia, viví aventuras pero nunca olvidé esa necesidad de verdad y justicia. Hasta mi valiente amigo Xavi me dio la oportunidad de ser un héroe volador y (casi) invulnerable en un corto (que se lo puse a mi hija y hasta dudó de la doble identidad de su padre). 

Tardé mucho en aprender la relatividad y debilidad de la verdad. Y un poco más en dejar de creer en la justicia, así, en términos absolutos.

Y llegaron las mentiras, las traiciones, la vulnerabilidad y, sobre todo, la injusticia. Mis Kryptonitas.

Tuve una hija y la perdí entre capas y capas de mentiras. A mi madre la perdí cuando empecé a comprender mejor su necesidad de 'protegerme' del exterior, ella, que no se fiaba de (casi) nadie. Mi padre falleció con la pena de no volver a ver a su nieta como le prometí. Choque con prejuicios y malas praxis. Descubrí la desigualdad entre sexos, si, me da miedo hasta escribirlo. Perdí amigos y amantes de mala manera.

Y, como en el western, quedaron unos pocos fieles y un pasado reciente tormentoso.

Ahora, soy como Daredevil, que duda de todos sus principios. Y no tengo su capacidad de reinventarse.

Sigo columpiándome solo en nochebuena.