LA ESPERANZA
Uno, humildemente, tiene tres visiones sobre
la esperanza: Según Cortázar, que algo sabrá, la esperanza no nos pertenece a
nosotros sino a la vida, es la vida misma defendiéndose.
Es la más poética, claro. La esperanza,
entiendo, son nuestras vidas defendiéndose de la mediocridad, de nuestra
rutina, de nuestra ruindad.
Y, por último, como Miller decía en un texto
de apoyo de Daredevil, un hombre sin esperanza es un hombre sin miedo. Porque
sin esperanza, a qué hemos de temer? Y es que dicen que la esperanza es lo
último que se pierde...
Pero, es necesario a veces perder la
esperanza?
Ya sabrán que, según el mito, la esperanza
estaba en el fondo de la famosa caja de Pandora (Ava Gardner, claro) y, después
de que saliera todo lo demás, fue lo único que Pandora acertó a retener
cerrando la tapa. La esperanza, entendida como una fe optimista en que las
cosas saldrán bien, sin necesidad de apoyarse en ninguna base real, es una
muestra más del enorme poder que la capacidad de fantasear otorga a los seres
humanos. Y ya sabrán uno es un friki redomado.
Vivimos una época en la que la ideología
imperante se basa en una versión un tanto maníaca de la felicidad, el optimismo
infundado y la fe / fanatismo ante cualquier hecho. Lo que antes se incorporaba
a la fe, esperar una vida mejor después de ésta, ahora ha dejado paso a una
casta de gurus, políticos, gente que escribe horóscopos y así, clubs de
fútbol... Qué te aseguran no pierdas la esperanza porque así conseguirás lo que
quieres (Alan Moore ganará el Nobel! Ficharemos a LeBron!). Venden fe en ti
mismo cuando lo único que haces es dejar que te engañes.
ILUSIÓN CIEGA
Claro que un optimismo y unas expectativas
positivas nos pueden hacer afrontar y combatir para afrontar situaciones
complicadas, como la enfermedad o la pérdida, por lo que una dosis de esperanza
es útil en la vida, resistimos mejor a la adversidad, se nos agua el ingenio,
la motivación y constancia. (ésta vez si me tocará la loto). Pero luego está la
ilusión ciega frente a la realidad o maldad. Puedes depositar esperanza en un
amigo y decepcionarte, puedes ganar juicios, tener esperanza y ser derrotado por
el sistema.
La ilusión de que, por mal que me esté yendo y
por dura que sea la realidad, se producirá un giro de los acontecimientos,
puede resultar muy dañina. Incluso cuando los datos objetivos es que vas en
cabeza pero constantemente te vas decepcionando y minando. Aferrarse únicamente
a la esperanza, lo último que perdemos, nos lleva a la fantasía a medida que
perdemos el contacto con la realidad. A creer en Sandman.
Ese es el lado oscuro de la esperanza, su
reverso tenebroso.
Ese es el peligro principal de un exceso de
esperanza, que nos lleve a desconectar de aquello que realmente está
ocurriendo, de nuestra capacidad de analizar lo que percibimos y hacer
pronósticos conforme a los hechos. La esperanza ha de sujetarse al menos
en alguna evidencia positiva de que un final feliz es posible, tarde o
temprano. Cuando comenzamos a mantenerla a pesar de los hechos muchas veces
injustos y discriminatorios, somos Lores Sith.
En una depresión, supongo hay muchos factores
psicológicos que nos arrastran con facilidad a adoptar una posición de
resistencia a lo Spartacus de mantener una posición contraria a lo que el
contexto nos indica. A ignorar cómo pasan los años, ganas en la justicia pero
tu hija crece odiándome. Y ya no es cuestión de esperanza, es esperar un
milagro, en los que no creo salvo algún cómic.
Supongo también pasa en las relaciones de
pareja, en el trabajo recompensado, en un film de Zack Snyder... Hay quien
conserva la esperanza a pesar de todos los indicios. Y, como saben, uno ha
visto muchas pelis con un final precioso.
Muchas sabias personas optan por una retirada
a tiempo, antes de agravar el malestar que ya sufrimos, una vez pareces haber
agotado las soluciones posibles (que a veces te envían indicios
desconcertantes). La perspectiva de tener la sensación de haberse bajado del
tren de Gun Hill demasiado temprano es desagradable, por lo que yo prefiero
persistir antes de un abandono. Ni prematuro ni largo, no puedo consentirme un
abandono. Porque es mi única lucha.
LO PRÁCTICO
Y esa negativa a la desesperanza lleva a
consecuencias catastróficas si renunciamos a aquello que con tanta fe y
posibilidades (recuerden, creía en la justicia) emprendimos. Ya es una vaga
esperanza. Con qué llenar ese vacío, esa fuente eterna de conflicto y malestar,
al abandono, a la autodestrucción, a un rumbo indefinido. Es una posición
insostenible que no puedo o no quiero abandonar.
Todo esto explica mi malestar, el sentimiento
de maltrato y mobbing.. Las cosas no cambiaran porque crea que es lo justo,
porque quiera o porque tenga (aún) esperanza.
Si, ustedes dirán con razón que me implique en
otras personas y actividades. Pero no creo en ninguna de las dos. Aún no puedo
abandonar.
Ya no soy un optimista positivo que espera
buenos resultados y solucionan problemas. Soy más bien un pesimista herido, muy
herido, que me enfrento al problema con emociones desagradables y fatalistas.
Cuando te juzgan, te prejuzgan y te hacen sentir que eres un caso único.
Los momentos en que solo la esperanza nos
sostiene porque todo lva muy mal y pierdes lo que más querías de forma ruin es
muy común en las artes que amo y creo. Es más una cuestión de moral que de
realidad palpable. No sé si me habré podido explicar o hay alguien más como yo,
tan poco 'practico' (qué horror, no?).
Aún, aún, tengo un halito de esperanza. La
incertidumbre llegará cuando acabe.
Y acabé
En la fe nos aferramos para obtener aquello q anhelamos, en pensar q algo q no existe,ocurrirá, y la esperanza, d Sandman, es el aliento q nos sostiene cuando algo está casi perdido.
ResponEliminaVivir sin Nada de esperanza o una pizca de ilusión estar muerto en vida.
ResponEliminaPersonalmente vivo con aquella máxima de "el no ya lo tengo" y si lo intento y resulta bien, la primera sorprendida soy yo. Pero lo intento!
Si sale mal siempre tendré el orgullo de haberlo intentado.