COMENTANDO UNAS SERIES GRACIAS A LA BIBLIOTECA ¿plataformas?, eso es de pijos):
HOUSE OF CARDS, el remake americano (HBO) de una serie política
británica, con Kevin Spacey (lo tuvieron que matar en off en la 6 temporada
cuando le cancelaron por presuntos abusos - sic - de los que salió inocente muy
tarde) y Robin Wright. Los primeros episodios, que marcan el tono visual de la
serie, están dirigidos por primeros espadas, como David Fincher.
En esta serie vemos los entresijos de la política estadounidense, donde un
doble asesino senador sin escrúpulos y manipulando llega a ser presidente,
junto a su perfida lady Macbeth de vicepresidenta.
La serie se cree más inteligente e importante de lo que es. Y va de lo
verosimil a lo directamente descabellado. Multitud de premios a los actores,
que rompen la cuarta pared para mostrar sus pensamientos e intimidades al
público, cual monólogo shakesperiano.
La principal razón por la que no termino de conectar con ella es que uno
acaba saturado de tanta maldad, de tanto cinismo. No soy ningún santurrón,
también es para mí un placer perverso ver como Spacey - Underwood trama sus
planes y se sale con la suya. Pero llega un momento en el que te hastía
sumergirte en tanta podredumbre, tanta inmoralidad, tanta desesperanza. Acabas
harto de escuchar que la democracia es una mentira, que nuestras vidas no son
más que juguetes de la ambición de la minoría que realmente cuenta, que somos
todos unos imbéciles que bailamos al son que nos marcan. Es muy difícil
empatizar con el protagonista, hasta tal punto que te acaba dando lo mismo
incluso que termine siendo derrotado y reciba su merecido.
Quizá sea porque intuyo que en la política de verdad no contamos para nada y
sí los intereses comerciales, cargos privados y malversación (de esa que aquí
hasta se indulta) de esos 'políticos' que no han trabajado en su vida y todo
gira sobre el populismo y confiar en la mala memoria del espectador ante tantos
escándalos de corrupción. Al menos aquí plagiar una tesis y mentir en los títulos
académicos aún molesta, por lo que nuestro país aún podría superarlo (de hecho,
el símil patrio, 'Vota Juan', apela ya a la comedia pura y dura).
Conclusion: Vean la primera temporada y huyan después si no quieren pensar
que todo el prójimo es un sinvergüenza.
A DOS METROS BAJO TIERRA: El showrunner (creador y artífice) Alan Ball narra
en 5 temporadas la historia de una familia que se vuelven a reunir después de
la muerte del patriarca. Su empresa? Una funeraria para organizar ceremonias
para aliviar a los vivos ante la muerte de sus seres queridos (o no).
Todos los capítulos comienzan con la muerte de un desconocido y con la
contratación de sus servicios, mientras los fantasmas de los muertos, sobre
todo el padre socarron, dialogando con los protagonistas, alternando números de
baile con sueños y deseos. Dicho así, parece una serie fantástica, pero no, es
una tragicomedia de la HBO donde vemos la evolución de sus protagonistas, la
madre viuda y sus continuos amantes, sus tres hijos y novios/as, la pareja gay
de uno de ellos y un latino ambicioso que se encarga de embaldamar los
cadáveres.
Del 2000 al 2005 fue una de las eternas nominadas a premios por su exquisito
tratamiento visual y la calidad de los diálogos, que iban de lo más
trascendente a lo más banal. Recuerden, la muerte irrumpe en sus vidas de
manera habitual. Carpe diem.
Problema: Es una serie excelente, pero no tiene miedo en explorar la psique
de sus personajes. Y todos tienen abundantes dosis de egos, egoísmo, carecen
casi siempre de empatia y la mayoría son carne de psiquiatra (de hecho aparecen
varios, cómo no, por sus episodios, algunos recurrentes) por ser incapaces de
ser mejores personas. TODOS.
Traumas de infancia, artistas insoportables, secundarios sin aristas,
comportamientos incoherentes, jóvenes que necesitan límites, abandonos de
pareja traumaticos y absolutamente desalmados... Vamos, aquí la vida es el
infierno (o la hacemos así, a veces con problemas absurdos que no pueden llenar
contenido).
Me pasa igual que con House of Cards, admiro su valentía a la hora de tratar
ciertos temas a principios de los 2000,pero confundo episodios y temporadas
porque, en verdad, nada cambia. El nacimiento de retoños, mi única pista para
distinguirlo. En España se prepara una imitación de la que, creo, habrá que
apartarse.
Conclusión: Fíjense, creo que deberían verla sólo por ver el último episodio
de la 5, el mejor desenlace (e inapelable) que veré nunca de una serie, que
preparan, un poco precipitadamente, en la segunda mitad de la temporada. Véanla
aunque no repetirán.
JUEGO DE TRONOS: No voy a decir nada que no conozcan de las 8 temporadas que
componen la serie más vista de las últimas décadas. Obra del escritor más vago
de la historia, George Martín, del que jamás podremos leer el final real de la
saga, la serie adapta bastante fielmente sus 5 primeros libros (también les da
para muchas tramas del 6) para naufragar lamentablemente en sus dos últimas
temporadas (que el escritor ha prometido modificará en sus dos libros
inconclusos), cuando ya había sobrados recursos y variados efectos especiales.
La obra, que dicen shakesperiana por sus continuos juegos de poder en busca
del trono de hierro que gobierna siete reinos, en realidad es una mera
recreación de la Guerra civil de las Dos Rosas inglesa, entre las familias
Lancaster y York. Aquí, los poderosos Lannister, que siempre pagan sus deudas,
y los Stark, los 'buenos' señores de Invernalia.
Claro, todo trufado de ejércitos de zombies que llegan en invierno,
dragones, cuervos adivinos de tres ojos (Max Von Sydow!!!), brujas y otras
familias que ansian el poder en una supuesta edad media antiquisima llena de
espada y brujería. Un Conan para las masas, vaya.
Esta Canción de hielo y fuego sorprenderá a los no lectores de Martín por la
muerte sorprendentes de sus (aparentes) protagonistas ya desde la temporada
uno. Las múltiples tramas están muy bien hilvanadas y los villanos son muy
villanos. El propio Martín guioniza episodios de cada temporada y supervisa el
conjunto.
La serie, al principio, apuesta por las tramas palaciegas, los diálogos
incisivos y personajes en constante evolución. Y siempre hay un episodio épico,
lleno de batallas y cambio de fuerzas (la boda roja, la batalla de los
bastardos...). 5 temporadas y media de constantes cambios, en las que temes de
verdad por el destino de sus protagonistas y notable en su desarrollo.
Claro que hay quienes destacan por encima de otros, Tyrion Lannister (el
personaje más shakesperiano de todos, un Ricardo III con alma y honor), el
demasiado bondadoso John Nieve y la reina de Dragones, cuyo desarrollo, por
mucho que sorprenda al final a algunos, está muy bien trabajado.
Vamos, si yo seguía podcasts semanales para no perderme sus acontecimientos
(recuerden: nunca he tenido plataformas, sí vi las dos primeras temporadas
porque las dieron en abierto en A3 a las... tres de la mañana).
Pero, ay, las dos últimas temporadas, como ya comenté, no tienen utilidades,
ni interés en cerrar convenientemente las tramas. Hay menos episodios, se gasta
más dinero, es más difícil hacer coincidir a los protagonistas y todo sufre una
involución molesta (el mismo Tyrion parece ha perdido coeficiente de
inteligencia). Hay que darle un final de manera apresurada.
Vamos, si la amenaza real que ha estado presente de forma incesante, el rey
de la noche y sus zombies, se soluciona en un sólo episodio (por cierto, el más
oscuro, por los malditos cgis, que he visto en mi vida). El destino del trono
de hierro arreglado en una media hora, el nacimiento de un nuevo consejo (eso
si, memorable chiste sobre la democracia a cargo de Sam, el hombre más
'corriente' de la serie) en tres minutos...de hecho, el nuevo rey resulta ser
un autista perdido en sueños de cuervos. Y todo acaba como empezó, lo
importante de nuevo es la corrupción y los burdeles (si, hay sobrada
generosidad a la hora de cuerpos).
Decepcionante final. Al final, el único que parece tener cierto sentido
común es un dragón.
Conclusión: Una de las series más premiadas de la historia (los jóvenes son
los peores actores de todos y los que se los llevan...). Disfrutable, adictiva
e inteligente. Lástima de un apresurado y decepcionante final. Confiemos en que
Martín acabe, por fin, sus dichosos dos libros, que ha prometido cambios sobre
la serie.
Tres y ya.
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