El nido del cuco 10-12-2021

 

 

 

 DESDE CUÁNDO QUIERO SER UN JEDI

Que quede claro, amigos lectores, que soy de la generación para los que esos  Caballeros de la Fuerza de George Lucas son "Jedis" y no "Jedais", como se debe pronunciar.

Soy viejuno, pues. De esos frikis que, ante cualquier puerta automática, hace un gesto con la mano para imaginar que ésta se abre y cierra ante mi poder. Vamos, como aquél maravilloso anuncio del niño disfrazado de Vader intentando mover objetos.

Tan viejuno que asistí al estreno de "La guerra de las galaxias", muy chinorri. Pero ya bastante cinefilo, no en vano conocía perfectamente a Alec Guinness y Peter Cushing. Vamos, hasta conocía a Toshiro Mifune, primera opción para el papel de Kenobi (recordad: un Jedi es un samurai, al fin y al cabo).

La peli nos maravilló a mi primo y a mí. Era un batiburrillo de cómics, aventuras cósmicas, Kurosawa, seriales como Flash Gordon, westerns (qué es Han Sólo sino un pícaro pistolero con cartuchera y caballo: el Halcón Milenario!)... Lo que sí es verdad es que la vertiente mística de la propuesta (la poderosa Fuerza que unía a todos los seres vivientes) no nos atrajo mucho. Sí se intuía su importancia y que algo olía a podrido en el triángulo Papa Luke / Vader / Kenobi, y se remitía a unas no explicadas guerras clon. El enfrentamiento con espadas láser entre unos ancianos Vader y Kenobi parecía un combate entre artitricos, nada parecido a Scaramouche o El prisionero de Zenda. Y los poderes Jedi parecían reducirse a trucos mentales para mentes débiles y cierta telequinesia.

Como Lucas no tenía claro si podría rodar más entregas, éste aspecto religioso / militar / cruzada / caballeros quedaba inconcluso. Así, Luke acaba atraído (y besándose) con quien es / se descubrirá como su hermana, Vader no morirá y Guinness pensó su papel había acabado con su "muerte". Un Vader que no era tan poderoso como luego se revelaria, aquí era tan sólo un sicario de Cushing (un Rochefort a las órdenes de Richelieu). Como veis, Star Wars era en realidad un compendio de aventuras clásicas en un entorno scifi.

También se hablaba de un Senado que era disuelto, única nota política del film.

Así, yo aún no quería ser un Jedi. Quería ser ese canalla Harrison Ford con su compañero Chewie (algo así como el colega indio del Llanero Solitario). Ése tipo duro de buen corazón que regresaba a tiempo para salvar a Luke y a la Galaxia entera de la todopoderosa Estrella de la Muerte.


 

EL IMPERIO CONTRAATACA (qué gran uso del término "contraatacar", creo la primera vez que se utilizaba en un film)

... Y unos años después llegó la inevitable secuela, la que aún en día es la mejor película de la saga y en la que se sustenta toda su mitología. Sí, en una era libre de Internet y spoilers (el boca a boca en todo caso), llegó el gran giro donde Constantino Romero revelaba a Luke que "YO SOY TU PADRE" (muchísimos años más tarde mi hija también se asombraria). Hoy esa frase cobra un nuevo sentido si viera de nuevo a mi hija, claro.

Este film con un final amargo y esperando conclusión se dividía en dos tramas. Por un lado, seguíamos a Han, Leia y los demás secundarios huyendo de un Imperio que reaccionaba con fuerza renovada a su anterior derrota (un Imperio de chichinabo, vamos, no duraba ni veintitantos años) y por otro a Luke que iba a completar su entrenamiento Jedi a un planeta pantanoso.

Ah, amigos, es en ese planeta donde aparecían ante el joven Skywalker el fantasma de Kenobi, uno con la Fuerza (pobre Guinness, tuvo que volver a la saga, cosa que ni Liam Neeson quiso!) y, sobretodo, ese muñeco de Henson adorable llamado Yoda, el gran maestro Jedi. Yoda, de más de 800 años, entrenó con paciencia a Luke mientras, ésta vez si, nos explicaba más cosas de esa misteriosa Fuerza (mítico momento el que Luke se enfrenta a un fantasma de Vader / él mismo).

Entonces parecía que ser Jedi era algo democrático y no genético, cualquiera con fe y entrenamiento podía ser uno de esos Cruzados. Aunque ya se apuntaba que sí existía una aristocracia Jedi (y que luego Lucas corroboraria con los midiclorianos) y que la familia Skywalker iba sobrada de poderes.

Y nos enamoramos de Yoda, su voz y su particular manera de hablar ("mucho que aprender todavía tienes"). Y de ese Vader que perseguía a su hijo y que, después de perderlo, no mataba al Comandante de turno, taciturno él. Y de ese Emperador que apuntaba maneras de gran villano. Y aprendimos que un Jedi podía mentir (Kenobi nos enseñaba un máster sobre eso). Y Luke perdía la batalla con su padre porque aún no estaba preparado. Todo en la peli bebía de tragedia griega, qué bonito.

Aquí Han comenzaba su desvirtuacion y poco tenía de canalla (si acaso alguna conversación con su viejo "amigo" Lando), pero aún nos regalaba algún mítico momento (ese "Lo sé" ante la declaración de amor de Leia). En la saga, el camino del héroe lo marcaba ya el joven Mark Hammill.

Y la espada láser se revelaba como la fabulosa arma que era. El combate padre - hijo sí que era épico. Y Lord Vader parecía siniestro, poderoso y complejo a la vez.

Pero no, aún no quería ser un Jedi. Había aún muchos misterios que descubrir. En todo caso, mi primo y yo (aunque ya lo hacíamos como seguidores de los cómics de X-men y de Xavier y Jean Grey concretamente) jugábamos con Madelmans y Geypermans que tenían poderes telepaticos.

Y estaba la música, claro. Si ya en el primer film la banda sonora era fabulosa (me gustaba sobre todo ese "Cantina band" que me acompañaría toda la vida), en la secuela John Williams nos regalaba la Marcha del Imperio, el tema de Vader, que se convertiría en la fanfarria que los nazis nunca tuvieron (tiraban de Wagner, eso sí). Pregunta: quién no la ha tarareado? Que levante la mano!!!. A mi hija, vía Sheldon Cooper, le encantaba. Gracias a este film, a Olivia ya no le daba miedo mis figuritas y casco tamaño natural de Vader. Era una figura trágica y atormentada, que acabaría encontrando su redención en la tercera parte. De hecho, la trilogía se nos revelaba al final como una historia sobre Anakin Skywalker (el "elegido" para traer el equilibrio a la fuerza, profecía estropeada en el nefasto noveno film).

 


EL RETORNO DEL JEDI (otro título poderoso)

Reconozcamoslo, la tercera parte adolecia de varias concesiones comerciales. Y era irregular. Pero finalizaba satisfactoriamente el triángulo Emperador / Vader / Luke y nos ofreció la mejor secuencia de acción entre Caballeros Jedi de la trilogía. Llena de drama, épica y redención definitiva. Entre la posibilidad de abrazar o no el reverso tenebroso de la Fuerza, Luke escogía ser un Caballero Jedi, como lo fue su padre. La trama de la nueva Estrella de la Muerte (con el mismo fallo estructural que la primera, los ingenieros no aprendían de sus errores) quedaba relegada a un segundo plano ante el drama familiar. 

Y sí, entonces, viendo a ese Vader con su mano robótica mutilada, fue cuando me aliste a la causa Jedi. Quería ser uno de esos Caballeros que luchaban contra los malignos Sith (qué gran idea la de los paladines del lado oscuro de la Fuerza!). Y es que en la vida real los Sith no iban en parejas, no, eran millares!!!.

Desde entonces, creo ser un Jedi al que no han entrenado todavía en sus poderes. Porque tener, los tengo. Si me concentro, creo saber lo que piensan las personas que me rodean. Y muchas puertas siguen abriéndose ante un gesto sutil con mi mano. Lástima que no pueda fabricarme mi propia arma Jedi, pero es que no soy un manitas. Y no, mi familia no era poderosa en la Fuerza (quizá mi madre, pero ella estaría más cerca de ser una maestra Sith, dado que la ira muchas veces le consumía). Lástima que la última trilogía haya dinamitado para siempre ese entrenamiento previo y haya aumentado hasta el infinito los poderes de los Caballeros, que en unos días ya pueden resucitar a los muertos.

Pero esa es otra historia. La de una nueva saga, inclusiva e infantiloide (a su lado El Imperio... es un film de Antonioni) que es objeto de acaloradas discursiones en redes sociales. Discursiones que son más divertidas que las pelis.

Si acaso, otra vez les cuento el impacto en mí de la segunda y tercera trilogía.

Hasta entonces, claro, que la Fuerza os acompañe. 

 

Comentaris

  1. "Busco un gran guerrero"...."un gran guerrero dices? Jijiji .....la guerra no hace a uno grandioso"

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  2. Hola, Koto!. Pues sí, creo que todos somos fans del Yoda marioneta de Henson, más filósofo que guerrero. Yo, el Yoda digital de la segunda trilogía... Pues me chirríaba. Tenía infinita más humanidad el original.

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  3. Muy buen artículo. A mí a partir de la segona trilogia, me chirrían demasiadas cosas, a pesar de que como entretenimiento, me gusta visualizarlas.

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