El nido del cuco 09-04-2021

 


MI PASIÓN DEL COVID

Esta semana, hace un año, despertaba de mi particular pasión de Semana Santa. Si me permitís el símil, hace un año resucitaba y emprendía mi segunda venida al mundo.

Me lo recordaba mi fiel amigo Uri, mi particular agenda de las cosas mundanas que he protagonizado en la Tierra. Hace un año desperté del coma inducido durante 16 días provocado por el Covid. Coma que se vio complicado debido a un infarto que se produjo mientras dormía, soñaba y mi inconsciente cuerpo luchaba contra el virus (que llevó a mi traslado a otro hospital). También quisieron hacerme una traqueotomía durante esos días, que no pudieron realizarla debido a la escasez de material en ese momento.

Durante dos días, el equipo médico no daba un euro por mí. Dos días en que mi hermano también estuvo ingresado por el "bicho", como se le llamaba entonces. Así, poco después de la alerta general y en medio de un gran desconcierto informativo, mi padre se encontró con sus dos hijos ingresados por el mismo motivo, aunque con distinta virulencia.

La verdad es que siempre he somatizado los factores externos agresivos. La primera vez que estaba trabajando en un plan de parentabilidad para ver a mi hija cogí una tremenda neumonía (mi amiga Ángeles - vaya, nombre que remite también a aspectos no terrenales - y mi ahijada vinieron un día a buscarme y llevarme al hospital). Hace un año, también me encontraba en peores circunstancias para volver a ver a mi hija. Desde luego no creo que somatizara el "bicho", claro, pero sigo convencido que era uno de los primeros candidatos para que mi cuerpo fallara de nuevo, tal y como mi mente ya lo había hecho antes en forma de una depresión.

Aunque recuerdo perfectamente cómo el mismo Uri se enfadó conmigo por salir un día en que las calles del centro de Barcelona parecían sacadas de un remake de "Soy Leyenda". Y para qué salí ese día cogiendo el metro? Para buscar un informe médico de mi hija. Y no volví a salir hasta que me dirigí al Cap. Así, las neumonias se cruzaban en el tiempo mientras trabajaba para mi pequeña.

EL COMA

Tenía fiebre alta y muchas molestias mientras en neox emitían el último capítulo de "Big Bang Theory". Hablé con la nena del Cap y ésta me dirigió hacia el cap más próximo. Una vez allí, recuerdo me atendieron muy rápidamente y me intubaron (rompiéndome sin querer dos dientes, preludio a la pérdida de 10 piezas más) antes de trasladarme al hospital.

Antes de desvanecerme, me hice un selfie en que no aparecía muy favorecido y lo envíe con un mensaje a mis seres queridos, diciéndoles dónde me llevaban. Mensaje que llegó a mi hermano, menos mal, que sería el que recabaría noticias sobre mi y ejercería de eficaz enlace con quienes se preocuparon por mí.

Me han preguntado varias veces qué recordaba del coma, infarto, traslados.. Y aún no sé qué era real y qué no.

Me veía en una habitación, separada de un pasillo donde la gente corría frenéticamente por una cortina de tela. Y dependía de un equipo médico que quería hacerme una eutanasia con un simple bisturí, y yo me resistía. Me daban una noche para irme por mi propio pie del hospital. Si a la mañana siguiente aún seguía en la camilla, ellos cumplirían con su amenaza y me matarían, alegando que yo estaba de acuerdo.

 

Y luchaba para levantarme de la camilla sin ningún resultado. O resbalaba en ella o me encontraba atado y sólo podía desatarme de una mano. Me mataron dos veces. Una abriéndome la cabeza con el dichoso bisturí y veía como lo que veía se iba llenando de sangre, hasta que sólo veía un velo de color rojo. Despertaba de nuevo en la camilla y veía sombras de gente apresurada. Pasaba otra noche intentando levantarme y a la mañana siguiente volvían a matarme rajándome el cuello con su arma quirúrgica favorita. De nuevo, mi sangre manchaba el suelo y el equipo la limpiaba inmediatamente.

Una vez pude salvarme porque una enfermera que formaba parte de ese equipo mortal pero no estaba en el ajo de la eutanasia sangrienta se pasó la noche conmigo ante mis plegarias. Pronto la cambiaban por otra enfermera que sí estaba dispuesta a dejar camillas vacías de forma expeditiva.

También recuerdo, de manera mucho más real, cómo me ataban a la camilla con cinturones muy ajustados para impedir me levantara mientras los enfermeros / as se iban a cenar todos a la vez. Y cuando volvían me regañaban porque me encontraban en posturas muy incómodas debido a mi rebeldía y afán por no estar atado.

Y también recuerdo nítidamente cómo me levantaba de noche para competir con un compañero interno, que estaba peor que yo, mientras escalábamos montañas nevadas del Nepal, para seguir con nuestro equipo médico mientras todos nos abrigábamos y por la mañana un enfermero me limpiaba de manera siempre brusca.

Todo esto lo vivía de forma pesadillesca. Pero también recuerdo esos días de una manera mucho más agradable, como si estuviera en un remanso de paz donde el tiempo, y los juicios, y el tormento, se hubieran detenido y no importara nada lo que aconteciera en el mundo real (de hecho, como me contaron después, era así, todo se había detenido).

Y luego desperté.

PRIMER DÍA: BUFFY CAZAVIRUS

El primer día de resurrección estaba absolutamente desorientado. Estaba en una cama, sin gafas, viendo borrosamente a un paciente que se lamentaba con eternos quejidos y enfermeros / as vestidos de buzos como si salieran del Nautilus.

Mi cuerpo se encontraba lleno de cables y me acordé del proyecto X que dio su esqueleto de adamantium a Lobezno. Estaba muy débil y con la boca reseca.

Una enfermera a la que no podía ver la cara (podía distinguirlas mínimamente por su altura) me dio los buenos días mientras me manejaba fácilmente y limpiaba mis heridas de la cruz. Born Again, por supuesto. Me dijo que ahora vendría una doctora y me explicaría. Utilicé mi lengua para infiltrarme entre mis dientes y ya note daños. Me dieron agua y no de un cáliz precisamente.

Al poco, una doctora me explicó qué había pasado en todos esos días y me remitió a la próxima hora donde me visitaría una psicóloga. Sólo le pregunté si alguien sabía que estaba allí y me contestó que no me preocupara, que informaban a mi hermano (del que ignoraba entonces su propia lucha) y que no podía recibir visitas.

Una psicóloga? En mi mente aún veía las peripecias narradas durante el coma. Pensé que vendría para ayudarme a discernir qué era real y qué no.

Llegó y no sabía era pronto o tarde. No tenía reloj. A mi izquierda, en una silla y dentro de una gran bolsa amarilla, todos mis enseres y ropa que llevé al Cap. Lo supe porque le pregunté donde estaban mis gafas, mi móvil, mis carpetas con informes para juicios y dos tebeos y un libro que llevaba conmigo por si tenía que esperar mucho a que me atendiesen en Cotxeres.

Se presentó y me repitió mis datos personales. Cuando dijo mi número de móvil, no le pude confirmar si era ese o no.
Y cuando me preguntó a qué me dedicaba, le dije que era el principal guionista de la mitica serie de Joss Whedon (hoy desahuciado profesionalmente por el "Metoo") Buffy cazavampiros. Y le dije, un poco angustiado, que estarían esperando el guión del capítulo séptimo de su última temporada (concretamente el séptimo porque coincidió con la huelga de guionistas de Hollywood). Le pedí que me trajeran folios y un boli para escribir, que tenía mucho trabajo.

La psicóloga me miró extrañada y me preguntó si esa serie no había acabado ya hace una década. Puse mi mayor cara de extrañeza y le dije que no, que cómo decía eso, ¿cómo podía haber acabado sin mis guiones?. De hecho, aún no sabía bien cómo acabarla, Whedon y yo estábamos barajando distintas opciones. Le expliqué que era una serie muy feminista avant la lettre y que me hacía mucha ilusión mi hija, ya adolescente, la viera conmigo. Más allá de vampiros y monstruos (que servían como hábiles metáforas), la serie hablaba de cómo afrontar, sufrir y gozar la adolescencia aceptando cada vez más responsabilidades. Y rompió moldes detallando amores homosexuales, amores interraciales, amores tóxicos y donde las mujeres empoderadas eran las grandes protagonistas. Fuertes y poderosas. Y coexistían con vampiros que poseían alma con el aspecto de Billy Idol.

Es 2020 y no me traen folios ni boli, a pesar de que los reclamo a cualquiera que se aproxime a mi trayéndome comida o lavándome y cambiando mi pañal.

Es 2005, y en Sitges, acompañado de mi ángel particular, pude conocer a Joss Whedon y entregarle un estudio sobre su serie (en castellano), parte del cual se encuentra hoy en la Wikipedia.

SEGUNDO DÍA: ROCK AND ROLL

Y desperté otra mañana. Dormía mucho. Entraba la luz a través de unos grandes ventanales a través de los cuáles veía un árbol y en una de sus ramas un nido de pajaritos. Daban ganas de dibujarlo con mi hija, los dos intentando capturar un instante como el pintor Antonio López en "El sol del membrillo".

Los buzos /as seguían caminando en el fondo del mar, entre restos de atlantes.

Seguía muy desorientado cuando regresó la buza psicóloga a ver cómo estaba. Me dijo que pronto vendría una fisioterapeuta para ayudar a despertar mis músculos.

Y me volvió a preguntar por mi formación (que le dije correctamente mientras asentía con la cabeza) y si recordaba hoy a qué me había dedicado los últimos años.

"Pues mire, contesté, de eso quería hablar con usted. Si mira mi móvil, podrá llamar a Igor Paskual, con K, para decirle que esta noche no podré tocar en Torello. Llamele y diga que se ponga en contacto con Jaime Stinus para que me sustituya. Pero sobre todo, que lo tenga apalabrado antes de decírselo al Loco". Me preguntó a qué me refería, que no me entendía. "Pues eso, que soy guitarra de ritmo de Loquillo en su gira, que no podré tocar porque estoy en el hospital y que Stinus sabe el repertorio, pero que antes de confirmar su presencia no se lo digan al Loco, que se pondrá de muy mala leche. ¿Cuántos días tendré que estar aquí, doctora? Es que pasado mañana tenemos otro bolo".

La psicóloga me preguntó si me dedicaba a tocar rock. Le dije que sí, y no solamente con Loquillo, sino también con los Rebeldes. Llame a Igor P-a-s-k-u-a-l.

Recuerdo que no se sorprendió mucho y me dijo que no me preocupara, que todo se había parado, que no había conciertos ni nada. "Ah, pues mire... ¿Y los juzgados?", pregunté de nuevo. También. Todo estaba cerrado. Suspiré de alivio, más por el tema de los Juzgados que por la gira en sí.

Charlamos un poco más, para nada de rock (qué raro, pensé) y me dijo que podía hablar con mi hermano, que me dijo me recuperara, que hacia mucha falta. Y como era una videoconferencia, vi que llevaba mascarilla como yo y parecía estar encerrado en una habitación. Medite sobre lo raro que sería tocar rock con mascarillas. Bueno, los Kiss se maquillaban mucho, pensé.

TERCER DÍA: MI HIJA GANA EN SITGES

Y al tercer día, resucite de nuevo con otra personalidad. Y esta vez no se lo dije primero a la psicóloga ni a una doctora. Se lo dije a la enfermera / buza menuda, de largas pestañas. La primera persona que me saludaba en el día y me ayudaba a tomarme el desayuno, muy amablemente.

Le pregunté si podían traerme una tele pequeña o tablet para que pudiera ver la entrega de premios del Festival de Sitges, que seguro retransmitían en una cadena local.

Ella me dijo si siempre los veía y si sabía en qué día estábamos. Le respondí que tenía que ver la ceremonia porque mi hija iba a recojer un premio y quería verla, claro. Ostras, replicó ella, pues sí, seguro que la podía ver en una tablet de ellos. La ocasión lo merecía!.

Al rato vino un enfermero (con el que luego hablaría de pelis, todas muy comerciales, pero bueno, era agradable) y me trajo la tablet con la que hablé el día anterior con mi hermano, se ve que pasaba de mano en mano. Me preguntó en qué canal podían ver la gala, pero me dijo extrañado que seguro no podía celebrarse y que además creía el Festival era más tarde, que él había acudido alguna vez.

No, no, no. Claro que se celebraría. Y mi hija recojeria un premio especial. Él me dijo que debería estar orgulloso y me preguntó por su edad. "10 años", le contesté.

Y con 10 años qué premio iba a recojer?. Pues uno especial que habían inaugurado este año para jóvenes a raíz de la Pandemia. Ella, con la colaboración de sus amigas del cole (y una ayudita mía en el guion) había realizado un cortometraje de ficción sobre los peligros del virus. La había preparado para ello, le contaba. Y su madre también la ayudó para que lo rodaran en el pueblo (condición obligatoria) en inglés, para su exportación. Su madre le acompañaría en la gala y le ayudaría a hacer importantes contactos. Y seguro que regalaba unas palabras de agradecimiento a su padre, todos un poco hijos del Festival.

Y lo narraba con tantos detalles que me creyeron. Así, durante todo el día, venían a verme enfermeras / buzas para felicitarme y preguntarme cosas sobre ella. A cada felicitación, nuevos detalles minuciosos.

Y llegó la noche, con cambio incluido de guardia, y comprobamos que no estaba anunciada la gala, que comenzaba a las ocho, ni se iba a celebrar. "Mecago en el virus!", les decía.

CUARTO DÍA: EL DESPERTAR

Al cuarto día, regresó mi psicóloga y me preguntó si recordaba ya todo de forma correcta.

"Tengo una depresión", le dije en voz baja, casi como avergonzado. Ella me dijo que ya lo sabía, que tenía mi informe. Me recordó qué roles había adoptado estos últimos días y que les había colado a todos los enfermeros de la planta lo del premio a mi hija. Que ahora tenía que pensar sólo en recuperarme.

Le dije, extrañado, si ella había visto la serie de Buffy Summers, y me dijo que no toda, pero sí su mayor parte en el Canal plus de entonces. Y lo del Loco, bueno... ya supuso no daba el perfil de guitarrista rockero en mis ratos libres (pensé cual era ese perfil, pero nunca le pregunté por ello).

Y entonces, como me decía ahora mi amigo Uri, empezó mi segunda vida. Y me recordó cómo se alegraron todos / as de mi despertar. En los WhatsApps ya leí luego la preocupación de mis personas queridas.

Mi mente y mi cuerpo se resistieron con todas sus fuerzas a aquél equipo médico que practicaba la eutanasia. Estaba ahora en mis manos aprovechar esa segunda oportunidad.

Al fin y al cabo, cada vez que una editorial de cómic mataba (en principio definitivamente) a un superhéroe, todos los frikis sabíamos era sólo una muerte temporal. Como las personalidades que adopté durante los tres primeros días de mi despertar a la primavera del 2020.

Comentaris

  1. https://amp.elperiodico.com/es/sociedad/20210202/portada-periodico-3-febrero-2021-11494210

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  2. En el enlace anterior es la portada d el periódico d Catalunya, y luego en las págs. 2 y 3 explicaba la noticia d un hombre d Sant Andreu con una historia muy similar a la narrada en st blog. Al leerla pensé q podrán haber publicado también esta narración. Las historias aki narradas son más amenas e hilarantes (si se me permite comentarlo a toro pasado...en su momento era tema más delicado). Alegría por contarlas a posteriori, y ánimos a akellos q lo sten pasando mal.Fuerza!!

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  3. Grande sólo para tus ojos, estimat Coque!!!

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  4. Bueno, Koto, como sabes no se trata de competir por experiencias parecidas. Y es evidente que si intento utilizar el sentido del humor es porque mi familia, por ahora, ha sobrevivido a la pandemia. Sabrás el mejor amigo vivo que le quedaba a mi padre murió a los 88 años la semana pasada del Covid.
    Como dices, desde aquí nuestro modesto apoyo a quienes se enfrenten a él.
    Y, bueno, cualquiera de mis tres personalidades al despertar me hubiera encantado coincidiera con mi vida. Sobre todo, aquella en la que mi hija debutaba como directora con un premio del Festival que le vio crecer.
    Vosotros, que tenéis hijos, ya sabréis mola más que ellos consigan todo lo que ansien y necesiten, mucho más que nuestros propios sueños. Seguramente en otra realidad alternativa, te hubiera gustado ser guionista y dibujante de la saga de Surtur en Thor, o director de la saga de Evil Dead, o....

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