JUICIO A "LA MATARÉ"
"La mataré" fue una de las canciones emblemáticas de los 80, compuesta por el gran Sabino Méndez e interpretada por Loquillo y su grupo emblemático, los Trogloditas de Vic.
La canción fusionaba la rumba y el rock and roll con un gran desparpajo, creando escuela en el rock patrio (véase las notables canciones posteriores como "Chiquilla" de Seguridad Social y "Sin documentos" de los míticos Los Rodríguez). Ganó todos los premios de 1987 que podían concederse. A saber: críticos, revistas especializadas, emisoras de radio con pedigrí... Fue la principal causante de que la banda ascendiera al estrellato masivo (su primer disco de oro) y de que toda España y parte de América Latina cantara aquello de "por favor, solo quiero matarla, a punta de navaja, besándola una vez más". Imposible no moverse al imparable ritmo de las palmas y la batería de Jordi Vila.
La canción siempre formaría parte de su repertorio, incluyendo una versión de la misma en su disco más vendido, su directo en Zeleste del 89 "A por ellos que son pocos y cobardes". Grabación, claro, en la que yo estuve, coreando y repitiendo palmas arrítmicamente.
LA POLÉMICA
Pero un día desapareció de sus directos de un día para otro, sin dar los protagonistas mayor explicación ante el asombro de sus fans. Las asociaciones feministas tacharon el tema de machista y de inducir a la violencia de género, y cargaron contra el autor de la letra y contra el grupo.
EMI reeditó la canción en formato single 10 años después, y las emisoras de radio que anteriormente la habían encumbrado se negaron a radiarla. Los tiempos eran otros y, para Loquillo, había una razón ética por la que no debía interpretarla de nuevo.
LAS PREGUNTAS
Claro, este hecho planteaba interesantes interrogantes, ¿se puede apelar a la libertad de expresión para contar esta historia de un matador de mujeres? ¿Se ha dejado de interpretar Otelo, de Shakespeare? ¿Se han dejado de interpretar los tangos más arrabaleros y sangrientos? ¿Hemos dejado de ver películas de bellos psicópatas que matan a las mujeres?. ¿Las rumbas canallas a las que homenajea la canción?. Es difícil posicionarse al respecto hoy en día. Yo, claro, tengo una opinión. Los familiares de una mujer asesinada, por supuesto otra. Y, por mi situación particular, creo ver la ambivalencia de la situación.
Y ver también las paradojas: hace unos años, la Asociación de Mujeres Progresistas galardonó a Pedro Almodóvar por su visión del mundo femenino. No puedo dejar de acordarme del filme "Átame", en el que Antonio Banderas y Victoria Abril protagonizaban un secuestro, un amorío malsano y, desde luego, con violencia de género. O la gran "Hable con ella", donde Javier Cámara hacía el amor (violaba) a una mujer en coma. Todavía, como en los otros casos citados, no se ha calificado de apología de violencia de género estos ejemplos (por lo que sé, todo llegará).
Estoy perplejo y me hago muchas preguntas. Me pregunto si la autocensura es válida para unos y no lo es para otros. Me pregunto si seguirán acusándo al Loco de machista si canta la historia del asesino de una mujer, más con esa interpretación suya tan visceral.
Hoy, como siempre yendo a contracorriente, la ha vuelto a incorporar a su repertorio e incluso grabarla en otro directo, "Salud y Rockandroll", donde observo, en el dvd que adjunta, a mujeres bailándola... Pero también a Loquillo dejar que la cante el público e incapaz de decir, por dos veces, "La mataré".
LA VERSIÓN DE SABINO
Pero vamos a intentar enjuiciar la canción y su idoneidad de cantarla hoy proporcionando más datos. Demos voz a su compositor en un claro intento de justificación: “La mataré fue una de las primeras denuncias del maltrato en nuestra música popular a través de la descripción en primera persona de un maltratador. Yo puedo decir lo que es porque por algo concebí cada palabra de sus frases. Pedir cuentas de ello a Loquillo es tan necio como lo sería intentar linchar por asesinato a un actor porque éste haya interpretado soberbiamente a Bruto en “Julio César”», dice Sabino.
Es decir, para que tuviera la fuerza necesaria de denuncia lo mejor era intentar meterse en la mente de un maltratador, usando la primera persona narrativa. Ummm... #yonotecreo, Sabino de mi corazón. Ante la interpretación sexista de tu letra hoy en día, parece que sólo hay dos maneras de interpretarla: ¿denuncia o apología de la violencia de género?. Quizá haya una tercera vía.
Yo, humildemente, y conociendo su estilo particular ("Ya no puedo bailar", "Enamorado de la dependienta de la tienda de patatas fritas" - gran titulo -, "Todo el mundo ama a Isabel" o, sobre todo, la relación enfermiza de "Canción de Amor") creo que, en su momento, Sabino no pensó en una cosa ni en la otra. Me lo creo cuando recogió el premio de la revista Rockdeluxe a mejor canción del año, cuando dijo que la había compuesto influenciado por la música de Los Chichos que se escuchaba, a veces, dentro del bus que les llevaba de gira.
LA LETRA Y SU ANÁLISIS
Vamos a recordar la controvertida letra e intentar hablar sobre ella sin prejuicios. A su favor, vaya por delante, es una bella y desgarrada canción:
"Yo la sentaba en mi regazo
Enloquecía sólo a su contacto
La he conservado en la memoria
Tal como estaba, siempre a mi lado
Nunca me juró su amor
Lo creía eterno yo
Y ella me sonría y miraba hacía el mar"
Primera estrofa malancólica (sonreía y miraba hacia el mar), hermosa y nostálgica (la he conservado en la memoria, siempre a mi lado). El protagonista sienta la base de la canción. Ha sido abandonado y se siente traicionado, reconociendo la entrega no fue recíproca (nunca me juró su amor, lo creía eterno yo).
Tenemos indicios ya que a quien dedica estos versos, él la ve como una fría y perversa dama. Su entrega fue absoluta y la de ella no. Es tan directa y ambigua la letra hasta ahora que esa dama se podría sentir halagada de que le hubiesen dedicado esta bella canción, podría llegar a sentirse empoderada por aquel que, a cambio de su amor por ella, recibió su más cruel traición.
Ojo, la visión en primera persona, esa única versión, hace que sintamos hasta ahora pena por el abandonado y que la otra protagonista se nos aparezca fría y distante (nunca le juró su amor, aunque estuviera siempre a su lado). Al mismo tiempo, parece que ella es absolutamente sincera y que él estaba autoengañándose.
Hasta aquí, la canción puede ir por muchos derroteros. Pero la potente sección rítmica, esa batería implacable de Jordi Vila, esos aullantes y persistentes coros y las marcadas palmas sólo pueden indicar este asunto desembocará en tragedia.
"Me emborrachaba entre sus brazos
Ella nunca bebía, ni la vi llorando
Yo hubiera muerto por su risa
Hubiera sido su feliz esclavo
Qué dolor sucio y traidor
Me envenena el corazón
Sé que ella nunca enloqueció
Jamas perdió el control"
Vemos a un hombre enamorado hasta la saciedad, y no solo es que quiera matarla (que podría ser una metáfora, veremos) sino que ese "jamas perdió el control" indica la fuerza con que ha amado y por la que cree no haber sido correspondido.
Como no, destila odio confundido. Se trata de un amor sumamente pasional por su parte, una entrega total entre brumas de alcohol y servir a su amada hasta como esclavo. Es un amor enfermizo.
Claro, por mera comparación, el posible amor que siente ella por él aparece más equilibrado, sin perder ese control. Ella no bebe, no enloquece como él. En su visión sesgada, la entrega no ha sido similar.
El enamorado despechado, aquí, quiere matarse él mismo (a cambio de su risa, ¿de verla feliz antes que de estar con él?) está lleno de dolor que le impide razonar (un dolor sucio y traidor, antesala de la tragedia) y admite tener su corazón envenenado.
"Quiero verla bailar entre los muertos
La cintura morena que me volvió loco
Llevo un velo de sangre de la mirada
Y un deseo en el alma, que jamás la encuentre
Solo quiero que una vez
Algo la haga conmover
Que no la encuentre jamás
O sé que la mataré"
Hasta aquí nos han llevado los primeros versos, y ahora está muy claro de lo que habla la canción: de un hombre totalmente obsesionado por una mujer a la que quiere matar porque ella lo ha abandonado, con ensañamiento o no. El protagonista se nos revela como el típico psicópata-violento de "o mía o la mato", y lo hace con una letra brutalmente violenta y pasional, que, con su ya mencionada base rítmica, alcanza una simbiosis perfecta texto / música. El lenguaje del enamorado es el lenguaje de un maltratador, sí.
Sigue presente, en la crudeza, la belleza (bailar entre los muertos, la cintura morena, un deseo en el alma). Pero las ganas de venganza, los deseos de verla conmoverse, llevan consigo un punto de lucidez o autoreconocimiento: nuestro protagonista lleva un velo de sangre en la mirada (está cegado de pasión).
Es cierto que se muestra ambivalente en ese deseo de matarla (un deseo en el alma que jamas la encuentre.. que no la encuentre jamás o sé que la mataré, maravillosamente bien escrito y narrado). Podría referirse a algo que en un primer momento a todos se nos puede pasar por la cabeza como reacción ante la ira y dolor, pero que a su vez ruegues no querer hacerlo. Un deseo enfermizo idealizado pero nunca consumado, pero...
"Por favor,
Solo quiero matarla.
A punta de navaja
Besándola una vez más"
... Pero no. La intención es clara. El deseo, diáfano. A ritmo de rumba rock con navaja incluida, el protagonista quiere matarla. Y sí, también con influencias del tango más arrabalero (besándola una vez más).
¿APOLOGÍA O DENUNCIA?
Llegado el momento de la verdad, me veo incapaz de acertar con la respuesta. Está claro que, aquellos que nos acercamos a la canción, lo hacemos con un prejuicio a favor (los que la cantábamos durante muchos años sin cuestionarnos la pregunta que encabeza éste párrafo) o en contra (cualquiera que la lea por primera vez ahora) y solo somos capaces de ver en ella aquellos elementos que parecen confirmar una idea sin ver los signos visibles que también la contradicen.
Yo tengo claro que, sin ser concebida como una denuncia, tampoco fue escrita ni mucho menos como una apología de la violencia machista.
Basándome en la obra de Sabino, que componía con gran esfuerzo para que Loquillo construyera un personaje rockero que ha sobrevivido a las modas (y sí, que destrozara un poco sus temazos por su particular manera de cantarlos, más bien interpretándolos) creo que escribió el tema sin ninguna intención concreta, libre de prejuicios. Libre, creo, tiene que ser la expresión del sentimiento y la emoción, ya sea lamento o venganza.
Él escribe para que sus canciones sean interpretadas por un muy masculino Loquillo (y no es peyorativo ni se descarta que sean disfrutadas por las mujeres). Si en el rock ya existen tópicos, en la rumba quinqui aún más. Sabino ha demostrado, que en el abandono de la pareja existe el dolor y melancolía (su celebérrima Cadillac solitario), la súplica (Besos robados), la lucidez absoluta (el propio mundo del rock en Rock and Roll Star) o la venganza, como el caso que nos ocupa. Es un grandísimo narrador, que intenta huir de lo trillado y en cada canción intenta contar una minihistoria. Y en "La mataré" lo hace muy bien.
Han cambiado las sensibilidades en 35 años, por supuesto. Y ahora hasta los viejos fans se encuentran en una clara dicotomía en esta gran (siempre lo será) canción. Si bien ahora sería suicida y de un pésimo gusto para cualquier grupo escribirla, contextualizandola creo que Loquillo debe seguir cantándola como lo que es, una de las cinco joyas de su larga carrera. Como "Otelo", como "Hable con ella", como ese John Wayne que arrastra a la bella O, Hara en "El hombre tranquilo". Historias imperecederas, hijas de su tiempo.
Pero aquí queda el debate abierto. Entiendo que es difícil no verlas con una susceptibilidad moderna, por supuesto. Hasta a mi me pasa.
Pero, e intento no banalizar el tema de la violencia contra la mujer, hoy ni los Monty Phyton ni "Aterriza como puedas" pasarían el filtro de lo políticamente correcto. Y ahí tenemos el caso de "Lo que el viento se llevó". El racismo, el fascismo, el machismo, forman parte de la historia. Y ésta no podemos negarla ni hacerla desaparecer.
Para apología, esta vez indudable, del racismo, por ejemplo, el film de Griffith "El nacimiento de una nación"!!!!. Y no deja de ser una gran película. Y se debe seguir viendo.
Yo seguiré escuchando y tarareando "La mataré", pero ya no puedo evitar sentirme incómodo por ello.
La scuxe x 1a vez en los 40, d streno nacional, y nunca había notado tintes machistas,ni misoginos, ni d violencia d género. Sólo un amor enfermizo hasta el fin.Toda la explosión d ideas musicales, televisivas y cinematográficas d los 80, ahora starian prohibidas. La música dl ska radical vasco, el programa la bola d cristal o el cine kinki,x ejemplo, ahora starian mal vistos
ResponEliminaGran análisis pormenorizado de una muy buena composición musical. En mi opinión era, es y seguirá siendo siempre un temazo.
ResponEliminaHola Koto!!!. Bueno, estando de acuerdo con el rock radical Vasco, creo que los 80 fueron una década bastante inocua, política y sexualmente hablando. La bola de cristal se podría emitir actualmente (ojalá) y ese cine quinqui también (si que hacían apología del robo y la violencia, pero no del maltrato a la mujer, repásalo). Creo que la mujer Vista como objeto, en el cine, por ejemplo, es más propio de los años 10 hasta los finales de los 60, productos que reflejan lo que acontecía en su tiempo. Una excepción? Aterriza cómo puedas, donde hay sketchs en qué hacen cola para abofetear a una mujer fuera de sí (absolutamente imposible hoy) o vemos a una pareja de negros hablando en una jerga quinqui incomprensible para los demás (no sé cómo no han quemado los negativos ya, quizá porque el humor es tan absurdo que quizá aún no ha llegado su hora).
ResponEliminaHola Coque! Claro, ahí radica el problema: es un gran tema que hoy puede escucharse perfectamente. Otro tema inaceptable hoy sería "Atrapado en el ascensor", de Un Pingüino en el Ascensor... Pero, quién lo recuerda hoy?
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