El nido del cuco 19-02-2021


 

MI PADRE Y SU NIETA

EL VIEJO COWBOY

Mi padre es, básicamente, una buena persona.

Nacido en el mismo pueblecito de Guadalajara que mi madre, tuvo una infancia dura. Quedó huérfano de madre al poco de cumplir un año. Era el pequeño de 6 hermanos. A los 8 años araba los huertos. Cuando sus hermanos trabajaban ya en Madrid, él ayudó a su padre en la siega durante años.

Adoraba y adora ese pueblecito donde todos se conocían y estaban emparentados de una u otra manera. Lo quería tanto que, una vez en Madrid, trabajando en un bar junto a sus hermanos, se fugó caminando de vuelta a él, sin decir nada a sus hermanos (que ya lo imaginaron). Tenía nostalgia. 

En la capital se aficiono al cine y al Real Madrid (en la época de Di Stéfano, mi padre llevaba comida y vino al mismísimo Miguel Muñoz). Sus dos grandes pasiones todavía hoy. Su tercera pasión aún tenía que nacer.

Vino sólo a Barcelona (su familia más próxima se quedó en Madrid) en 1960, el año de su querida Spartacus, un año después de su aún más querida Río Bravo (sí, mi padre es un acérrimo seguidor del western, y cuando me habla de sus paisajes, grandes llanuras, desiertos, reses.. comprendo que se recuerda a sí mismo como un vaquero en tierras castellanas).

Encontró pronto trabajo en una empresa láctea y con los años empezó a salir con la que sería mi madre, a la que ya conocía del pueblo. Ella siempre contaba que, en sus citas, más de una vez la dejaba tirada porque, viendo cine en sesión doble, se olvidaba totalmente de la noción del tiempo.

Juntos se complementaban muy bien. Mi madre era la cabeza visible de la familia y mi padre permanecía en un discreto segundo plano, que le venía muy bien porque si algo ha odiado él es "quedar mal" ante la gente. Eso, a mi madre no le importaba lo más mínimo.

Nacieron sus dos hijos varones (sus padres hubieran preferido hijas) y echaron raíces en Nou Barris (mi hermano y yo hemos cambiado de distrito pero seguimos considerándonos hijos de ese barrio, en su día predominantemente obrero, hoy no sabría qué decir, aparte de seguir siendo feudo socialista).

No tengo muchos recuerdos de mi padre en mi infancia, porque estaba pluriempleado y lo veíamos poco. Veo los domingos con él en el zoo, en Plaza Catalunya alimentando a palomas. Lo recuerdo de noche, mientras estábamos acostados, contándonos partidos de fútbol de su Madrid en vez de contarnos cuentos. Lo recuerdo llevándonos al cine (con mi primo Anto) a ver viejos clásicos que se volvían a estrenar. Como no nos contextualizaba, veía a un joven John Wayne en "La diligencia" y a uno más talludito en "La conquista del oeste" y pensaba era todo fruto del maquillaje.

Me compraba tebeos y coleccionables sobre el séptimo arte. Luego se sentía más orgulloso, cuando veraneábamos en su pueblo, de mi primo por saber jugar muy bien al fútbol que de su hijo que disfrutaba más de la lectura. En fin, cuando hoy le preguntan qué hobbies tiene, él menciona el cine y se hace disculpar (?) diciendo que es una afición mía!!!!!. Yo le replico, claro, que fue él quien nos inculcó esa afición, como todas las demás. Y es que aún sigo leyendo el mismo diario que mi padre compraba todos los días, "El Periódico de Catalunya". Es decir, heredé una parte (pequeña, había mucho donde escoger) del carácter de mi madre y todas las aficiones de mi padre.

No soy tan buena persona como él. Mi madre siempre decía, cansada de los halagos que recibía su marido, "déjale llevar, no le conocéis como yo". Ah, mi madre, ella era la protagonista absoluta de su vida y todos los demás éramos secundarios de lujo a su alrededor. Ella era Vito Corleone con un mucho de Sonny. Mi padre se asemejaba más a ese fiel consiglieri, Tom Hagen. Ojalá hubiera tenido la ascendencia de éste.


EL ABUELO

Poco después de la muerte de mi madre nació mi hija, su nieta. Siempre le apeno que su mujer no hubiera podido conocerla ("ahora es cuando más falta nos hacía"). Lo recuerdo en el hospital, en un parto larguísimo, con mi querido tío Antonio y mi hermano arreglando televisiones para ver cómo Casillas paraba penaltis de Italia en la segunda Eurocopa ganada por España.

Mientras estuve en pareja, mi padre se volcó en su nieta. Creo que contemplaba sus progresos como nunca pudo contemplar los nuestros. Lo recuerdo llorando mientras su niña gritaba cuando le perforaron las orejas. La llevaba siempre a aúpas fardando de ella ante vecinos y amigos. Hasta la madre de mi hija asumió que, si la pequeña se parecía a alguien, era a su abuelo paterno. Y el abuelo, por supuesto, se henchía de orgullo.

Cuando mi hija, su nieta, tenía dos años y medio, sus padres se separaron. Y no fue una ruptura fácil. Estuvimos meses sin verla, casi hasta que conseguí la custodia compartida. Mi padre no entendía nada de lo que pasaba, todo era muy nuevo para él.

Una vez la nueva situación se normalizo, el abuelo tuvo mucho miedo. "Vamos a ser capaces de llevar a la niña?". Pues claro, papa, le contestaba.

Mi hermano, entonces, le dio un nieto. Para gozo de mi padre, my brother sigue casado con su pareja. Así que, si su nieto iba a tener la infancia que él nunca tuvo, con ambos padres, se propuso que su nieta fuera lo más feliz posible. Y encontré en mi padre a mi mejor aliado.

Como buen abuelo, le consintió todo. La esperaba a la salida de la guardería, luego del colegio. La seguía llevando a aúpas. Le compraba muñequitos. Merendaban juntos. Fue una etapa muy feliz para los tres.

Cuando su físico le comenzó a fallar, le visitábamos en su casa a menudo. Allí cocinaba las mejores pechugas y salchichas que mi hija degustó. Jugábamos al guiñote y mi padre, consumado experto, hacía ganar siempre, siempre a su nieta. Sabía hasta qué cartas teníamos!. Jugábamos también al dominó. Su nieta nos ponía ejercicios y deberes que cumplimentábamos obedientes (junto con sus muñecos, parte de la familia también).

Íbamos a una zona recreativa cerca de la casa de mi padre. A la piscina, a su sala de juegos, a comer... Amigas de mi hija visitaban su casa ("qué pequeñitas en comparación con la niña", decía). Las invitaba a una pizzeria cercana, al Heron City, al parque, a la feria... Celebrábamos los cumpleaños de su nieta a lo grande. Le regañaba un poco, muy poquito, cuando pretendía cobrar por sus lienzos a sus invitados ("pero este afán de quién lo ha sacado?", se preguntaba). Nos acompañaba a Sitges, donde disfrutaba viendo como la querían (aún veo su cara cuando contemplaba el Hotel Melià... "qué lujo!!!"). Vean las dos primeras fotos.

La unión nieta - abuelo era muy, muy grande. Mi hija veía en él alguien que le hacía sentir muy amada, alguien que le quería incondicionalmente, y, al mismo tiempo, alguien vulnerable como un niño pequeño, lleno de ternura e inocencia. Llegaron a cuidarse mutuamente.

Creo que mi hija le quería más que a sus dos padres juntos. Y yo estaba orgulloso de ello. No sólo se parecían en lo físico, compartían cualidades y defectos: la bonhomia, la impaciencia, esa necesidad de llegar una hora antes a todas partes...

Así, su nieta le fregaba los platos y limpiaba la cocina, cosa que nunca conseguí hiciera conmigo. Veía junto a su adorado abuelo películas de 3 horas de duración (cómo disfrutaban "La gran evasión"!): muy a mi pesar, el primer western que ella vería sería la plomiza e interminable "Cimarron". "Si el yayo la ve, yo también".

La devoción de mi hija era tal que, y mira que le aburría mortalmente el fútbol, vio junto a su abuelo la treceava copa de Europa de su Madrid. Quien quiera poner rostro a la alegría, que vea la cara de mi padre en la tercera foto. Nunca la hubiera disfrutado tanto sin su nieta a su lado.

Descubrí a mi padre en su rol de abuelo. El mejor regalo que le pude dar nunca fue su niña. La niña a la que quería enseñar el pueblo donde él creció. La niña a la que contaba historias de su juventud (cómo reía ella, un día antes del gran desierto que tendríamos que atravesar, cuando le explicaba cómo le leía cartas de uno de sus hermanos al perro que había dejado en Guadalajara...).

Recuerdo ahora cómo le pedí a mi fiel amigo y referente vital (hola Julio) que me acompañara un día de enero a su casa, esa casa donde creció su nieta, para que me ayudara a explicar a mi padre lo inexplicable.

Desde entonces, veo a mi padre como un moderno Ethan Edwards que busca a su nieta para poder estar de nuevo a su lado. Y sé que la encontrará. Tan cierto como que la Tierra da vueltas. 

Comentaris

  1. En el cartel original d Centauros aparece la frase "tenía q encontrarla,tenía q encontrarla,...",análogamente ahora El abuelo "tiene q verla,tiene q verla.."

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  2. Y la podrá ver seguro, el problema de la justicia de Espaquistán es la lentitud!

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  3. Hola Koto. Hola Albert. En el film, si no me equivoco, Ethan tarda 10 años en encontrarla. Espero que el abuelo sólo tarde 3. El título original de "Centauros" (que a mi ya me gusta) es "Los buscadores".

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  4. Bien Juanmi...cabalga sin pausa, pero sin prisa...GOOD LUCK, Ethan!!!

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