El nido del cuco


LENDERS, WARNER Y EL OJO DEL TIGRE

En el año 91 me entró la fiebre de la visera y el chándal. Emitían por primera vez “Campeones” (Capitán Tsubasa en su original japonés, “Oliver y Benji” aquí) y descubrí un mundo donde los futbolistas eran lo más parecido a una adaptación de superhéroes que yo había visto hasta entonces.

Supongo que ahí estaba la clave: todas esas exhibiciones gimnásticas imposibles en torno al balón -mientras intercambiaban diálogos retándose- era la perfecta traslación de los tebeos Marvel a la animación. Lo que a otros les espantaba a mí me fascinaba.

Siempre me ha aburrido ver un partido de fútbol. El espectáculo es mínimo, la épica escasa. Por eso mi interés por él fue disminuyendo a medida que esos héroes modernos, esos gladiadores como Hierro, como Santillana, fueron desapareciendo.

Por eso descubrir que de un partido de fútbol podía extraerse batallas sin treguas, esfuerzos sobrehumanos, fue balsámico…¡y sin hablar de fichajes multimillonarios y corruptelas varias! (fíjense que sus protagonistas son

juveniles… y el único jugador adulto, Roberto, es un alcoholizado atormentado: parecen tener muy claro que había que apostar por suspender la credulidad).

Oliver Atom era un moderno Clark Kent que, él solito, conseguía hacer buenos a todos sus compañeros (¿cómo Maradona, siempre en equipos flojillos?). De hecho, en la segunda temporada, le despojan de sus compañeros Price y Becker para así hacer las contiendas más equilibradas… Risueño, optimista y tenaz era el héroe perfecto.

Benjamín Price era el contrapunto altivo. El portero que jugaba lesionado para justificar que le marcaran un gol de vez en cuando. Un tanto repelente, parecía basarse en N’Knono, ya que nunca le veríamos sus preciosas piernas.

Tom Becker era el otro lado del tridente fabuloso. Un derroche de virtudes. Tantas bondades destilaba que tuvieron que exiliarle pronto.

En el equipo del New Team el resto de jugadores eran comparsas más o menos cómicos que tocaban balón de cuando en cuando para recordarnos que el fútbol es un deporte de equipo.

Sí, ya sé que algunos me dirán “la animación es pobre”, “el campo medía 110 kilómetros y los partidos se alargaban durante veinte episodios”… Ah, pero olvidan que ahí estaba precisamente el mérito: ¡con cuatro dibujos los directores hacían un capítulo trepidante!. ¿Cómo? Con una muy hábil utilización de la música (esas guitarras setenteras a toda pastilla!), las voces en off (ese invisible narrador) y un extraordinario uso del montaje.

Todo era legendario: empezar perdiendo, jugar lesionados, las tácticas sacadas de manuales militares para frenar a Atom (venga, que alguien iguale la Catapulta Infernal de los Derrick..). Y siempre el héroe al final en su camino a la gloria. Sí, alentaba la competitividad, sí, establecía una clara dicotomía buenos-malos, sí, no era políticamente correcta para que la vieran niños. ¡Pero es que creo que si hubiera sido un niño cuando la vi no me hubiera enganchado así!.¡Organizaba partidos de fútbol con mis amigos sólo para jugar de portero y subir a rematar constantemente! (para desespero de mis compañeros, claro). Ay, veo a Courtois hacer eso y me sigo emocionando…

Aunque había un elemento que entonces me pasaba desapercibido y ahora comprendo perfectamente: “Campeones” era un documento sobre la lucha de clases. El enemigo a batir, el Muppet, era el equipo de barrio (el de Atom se asentaba en un bonito barrio residencial: ¡Benji vivía en un palacio, por Dios!). Un equipo de hijos de pescadores, de gente humilde que sacrificaba muchas cosas para jugar al fútbol. Que querían triunfar para sacar a sus famílias de la miseria. Liderados por el rebelde Marc Lenders, el hombre de la camiseta arremangada, el Muppet contaba con todas mis simpatías. De hecho, ni siquiera dominaban la técnica (clara alegoría de que los medios de producción eran de los ricos): Lenders y los suyos funcionaban a base de coraje y empuje. Chavales de pelo largo, flequillos que les hacían imposible ver el campo, espigados como buenos heavies… y que contaban con el más carismático portero de la historia, Ed Warner, el karateca que odiaba estar bajo los palos de su portería.

Si hasta contaban con un entrenador zarrapastroso y sucio frente al elegante y pulido de su rival! Transformar a este equipo proletariado en los “malos” hacía que la chiquillería odiara a Atom y compañía, por representar a los pijos pulidos y que van al cole en el coche de papá, a veces con chófer.

Por eso “Campeones” ha hecho muucho bien por la conciencia de lucha colectiva. Yo soy fan de Lenders y Warner, los Brando del fútbol. Pensar que aún hay quien idolatra a los Kroos y Ramos, a los Piqué y Puig de turno teniendo a los chicos de pelo largo enfrente os ha de hacer sospechar de qué palo van estos groupies de lo insustancial.

Los chicos pobres saben que la vida es una batalla. Golean con el tiro del tigre y se apoyan en los palos del poste para tomar impulso a la hora de bloquear el balón. Entrenan en la playa chutando a olas propias de un tsunami. Lenders es, pues, el ídolo de los suburbios. El heredero de aquél Rocky Balboa que entrenaba a los sones de Survivor. El que tenía que recuperar el ojo del tigre. 

 






Comentaris

  1. ¡Qué bueno, reir con -mi poco amado- fútbol!

    A los futboleros con memoria larga: https://es.wikipedia.org/wiki/Antonio_Maceda

    El heroe deportivo de Puerto de Sagunto ("isla" castellanoparlante de València). Jugador de la Selección, viniendo del CD Acero.
    Su sobrina Pilar fue compañera de clase mía en EGB. Pero yo no era de esa élite, mis muñequitas eran de las baratas.

    ResponElimina
  2. Maceda, que acabó su carrera en el Real Madrid y tuvo que adelantar su baja por lesión crónica! Gran defensa

    ResponElimina
  3. A Germán le encantaba la serie. A mí no me gustó nunca la verdad. Pero en fin, para gustos los colores.

    ResponElimina

Publica un comentari a l'entrada