El nido del cuco



LA CHAQUETA METÁLICA

 

Proyección en La 2, martes 16 junio, 22 horas

 

Dirección

Stanley Kubrick

Reparto

Matthew Modine

Vincent D'Onofrio

R. Lee Ermey

Año / País: 

1987 /  Reino Unido

 Duración:

120 min.

 Guion:

Stanley Kubrick, Michael Herr, Gustav Hasford (Novela: Gustav Hasford )

 Música

Vivian Kubrick

Fotografía

Douglas Milsome

 Productora

Warner Bros

Nunca he sido un fan del "Kubrick autor / voy a sentar cátedra", es decir, de su obra después de "2001". Por eso es un reto escribir una reseña de un film del que sólo aprecio los primeros 40 minutos (que ya es un gran logro). Vamos allá, camaradas, que diría Luis Aller. 

El guión de este film bélico / antibelico es escrito por el propio Kubrick con la colaboración de Michael Herr y Gustav Hasford, a partir de la novela autobiográfica “The Short Timers” (1979), de Gustav Hasford (1947-1993), que se alista en los marines a los 20 años y participa en la guerra de Vietnam como periodista de guerra del Ejército. Se rueda en escenarios naturales de Carolina del Sur e Inglaterra y en los platós de Pinewood Studios (Buckinghamshire, Inglaterra) con un presupuesto estimado de 17 millones de dólares de la epoca. Es nominado a un Oscar (guión adaptado) y gana un premio David de Donatello (productor film extranjero). Es producido también por Stanley Kubrick para la Warner. La acción dramática tiene lugar en Parris Island (Carolina del Sur) y en Vietnam. Los hechos de guerra centrales tienen lugar en la ciudad de Hue (Vietnam) durante la ofensiva del Tet (enero-marzo de 1968).

Los protagonistas son el sargento de instrucción militar Hartman (Ermey), que en la vida real no era actor profesional, sino instructor militar. Por lo demás, destacan las figuras del soldado T. Joker Davis (“Bufón”) (Modine), como protagonista y narrador (“alter ego” de Hasford) y Leonard Lawrence (“Patoso”) (D’Onofrio), con sobrepeso, torpón y lento, blanco de burlas y novatadas durante la instrucción.

7 años después de “El Resplandor”, Kubrick vuelve su mirada hacia el horror sin necesidad de apoyarse en coartadas fantásticas, sino mostrando las entrañas del mayor engendro que hemos creado: la guerra. En este caso, Vietnam ya contaba con una joya indiscutible: “Apocalypse Now”, por lo que la apuesta que hace Kubrick es el mayor órdago de su carrera. Y era normal que llegara. Al autor siempre le interesaron las fracturas históricas: tanto antiguas (Espartaco), como actuales (Teléfono Rojo…), y siendo Vietnam la mayor fractura, era coherente que Kubrick diera su visión. Vietnam es su disculpa para trazar un retrato sin ilusión del instinto de agresión que domina a nuestra especie y lo hará acompañando al recluta bromista en un viaje desde el orden de la instrucción al caos de la guerra.

Así en esa primera parte (magistral el plano con el que se abre la película mostrando la primera arma: el cortapelo) asistiremos a la transformación de aquellos jóvenes de mirada vacía en soldados, dándoles el padre/sargento Hartman (espléndido Lee Ermey, merecía un Óscar) una nueva novia: su fusil. Es sobre este padre cruel y vengador sobre el que girará esta primera parte. Pero la grandeza de toda ésta reside en el pesimismo de Kubrick. Sabiendo la importancia de la instrucción, ésta es irrelevante ante el peso de nuestro instinto agresor. De hecho, esta máquina de matar perfecta adelantará su misión en un final tan edípico como el visto en “El Resplandor” (la muerte del padre agresor, por supuesto).

La segunda parte nos sumerge en Vietnam;  en el que la guerra es un telón de fondo del que llegan ecos, pero en el que nunca aparece ningún enemigo. La originalidad de Kubrick es retratar un Vietnam no visto en las anteriores películas que trataron este conflicto. Al clásico Vietnam de la jungla, siempre presente en todas, Kubrick vuelve su mirada a otra muy distinta: la jungla urbana. Al Vietnam nocturno de Apocalyse,  Stanley lo cubre de luz, una luz cruda y tan descarnada como la guerra, que, para el autor, es el caos, pero no el espectáculo. De hecho, se sirve de un único personaje (una vietcong) para ilustrar las fuerzas que se desatan y que, pese al final de la película, no terminan de apaciguarse pues siguen en nuestro corazón llevándonos hacia un callejón sin salida.

Genial el reparto. Empezando por el vehemente Lee Ermey, hasta un más comedido M. Mondine; pero entre todos  destacaría a V. d’Onofrio. Él realiza una recreación alucinante, espeluznante, progresiva hasta la locura de su triste final (en Netflix lo podéis encontrar como el Kingpin de la magnífica serie "Daredevil").

La visión pesimista de Kubrick sobre los aspectos bélicos no supera a su anterior, y obra maestra absoluta (es decir, un referente para el que no pesan los años) “Senderos de gloria”. En “La chaqueta metálica” el aspecto psicológico sobre la preparación y objetivos de los soldados en combate son ridiculizados y puestos en evidencia, así como las razones esgrimidas por los gobiernos para entrar en una guerra. Para Kubrick lo de menos son las causas, se centra en las personas y presta especial atención al caos que reina en cualquier conflicto bélico, no hay control, ni condiciones de convivencia, la población civil sufre las peores consecuencias, no hay aliados ni amigos, los soldados sólo obedecen a sus impulsos más primarios, que en la mayoría de las ocasiones se traducen en violencia de todo tipo. Kubrick empieza profundizando sobre la preparación militar, escruta la elaboración de un soldado a través de una instrucción inhumana que sólo establece monstruos insaciables de fanatismo absurdo, que lejos de recoger valores morales los escupe y traduce en sufrimiento mental de fatales consecuencias, es la manera del director de exponer “aquí empieza el problema, sólo Dios sabe donde acabará”, la guerra es la consecuencia siguiente de actos inconscientes. Los soldados no protegen a la población y en lugar de enardecer el patriotismo típico de otros films militares, Kubrick abre la puerta de la realidad, los soldados son personas, humanos, se preocupan por sí mismos y son capaces de lo más esotérico cuando los criterios no existen, vemos crudas escenas como la de un soldado que dispara contra indiscriminadamente contra campesinos inocentes, en las que la justicia es una quimera en forma de fantasma. El ser humano necesita de reglas y pautas para protegerse de sí mismo y Kubrick lo sabía. 

La película consta, como ya he reseñado, de dos capítulos diferenciados, que componen una clara unidad narrativa, habida cuenta de la complementariedad de ambos y las interrelaciones que se dan entre ellos. En el primer capítulo se describe la instrucción militar de los marines en el campo de entrenamiento de Parris Island, un tema de interés poco tratado en cine. El segundo capítulo está dedicado a la guerra de Vietnam, donde es destinado el grueso de los reclutas de la compañía 3092. La narración de ambos capítulos es intensa, absorbente, conmovedora y en no pocas ocasiones aterradora. Construye un relato realista y crudo, que focaliza la atención en las reacciones que provoca en los personajes la instrucción militar recibida y la participación activa en la guerra.

Pero es en la descripción del período de instrucción donde Kubrick muestra su genio, impersonal y frío: la utilización sistemática de la humillación personal y la degradación humana a través de la anulación de las facultades de raciocinio y análisis y la prohibición de hablar salvo para responder lacónicamente, con un si o un no las más de las veces, a las preguntas del instructor. Éste hace uso de un lenguaje soez, machista, intimidatorio, ofensivo y obsceno.

La personalidad de los reclutas se ve afectada por la despersonalización, la sustitución de sus nombres y apellidos por motes burlescos impuestos por el instructor y otros medios de alienación, sometimiento y bloqueo. La descripción de la vida de los antiguos reclutas en los campos de batalla pone de manifiesto las consecuencias de la increíble instrucción recibida. No tienen en cuenta las convenciones de Ginebra, no citadas ni una sola vez; se respira un clima que alimenta ideas a favor del todo vale en la guerra porque su único objetivo es vencer a toda costa; los soldados muestran una frialdad perturbadora ante el desarrollo de los combates y manifiestan opiniones odiosas, fanáticas y racistas sobre los oponentes (enemigos que no se dejan ver, una abstracción), etc...

El relato de los primeros 40 minutos es inmisericorde y cruel. No contiene ningún elemento lírico o romántico y no faltan referencias que provocan rechazo y desaprobación. No se establecen vínculos de simpatía entre el espectador y los personajes. La ironía se pone al servicio de la denuncia, el sarcasmo, la crítica descarnada o la burla de algún personaje (referencia del instructor al arte moderno). Pocas películas tienen un comienzo tan espectacular, una lección de conjunción entre forma y contenido, y se van diluyendo según va pasando el tiempo. Durante esos 40 minutos no hay diálogos, solo gritos, solo instrucción, solo marchas al ritmo de los tacos más desmedido (aunque no ganan a "El sargento de hierro"). No hay conversaciones convencionales con las que penetrar en los personajes. Sin embargo, todo queda expuesto. Las acciones fabrican a los personajes, estos obtienen toda su dimensión de los rincones de la acción, cuando ésta se detiene en ellos. No hay amor, no hay sexo, no hay épica. Solo hay pura invención cinematográfica. Está rodada de tal forma que yo la incluiría dentro del género fantástico, cerrada, hermética, con toques musicales fantasmagóricos, donde los soldados se ven convertidos en vainas sin sentimientos por una particular reina alien disfrazada de sargento. 

Es en la segunda parte donde se mezcla el realismo y la locura. Puede que ambas cosas sean lo mismo. Todo para llegar a una conclusión contundente. Lo dice el protagonista a través de esa extraña voz en off (también innovadora, pues es una formula extraña, ya que no se presenta al narrador, no nos ubica la procedencia de su relato, sus palabras no se deben a la historia como podría pensarse, sino exclusivamente al personaje): "los muertos solo saben una cosa: es mejor estar vivo", o "la vida es una mierda, pero estoy vivo". De todas maneras, la comparación entre las dos partes del film es tan demoledora a favor de la primera, que da la sensación de que la última es simplemente correcta, funcional. 

La banda sonora, de Abigail Mead (Vivian Kubrick), aporta una partitura original fría, dramática y etérea, dividida en 7 cortes. Como música añadida ofrece melodías de fondo conocidas, como “Estas botas son para caminar”, de Nancy Sinatra, que acompaña la llegada de los protagonistas a Vietnam; “Hello Vietnam” al inicio del metraje y la “Mickey Mouse Club March”, que ambienta una de las escenas culminantes del film. Hacia el final se oye la conmovedora canción “Pint It Black”, de los Rolling Stones. La fotografía, de Douglas Milsome, crea largos travellings, rueda filmaciones, hace uso alterno de escenas iluminadas, escenas de muy escasa luz, escenarios tenebrosos y contraluces inquietantes. El ambiente visual que envuelve la obra es rico en referencias visuales de la muerte, la agonía y heridas, con algunas secuencias escalofriantes. El título hace referencia a la funda de metal que envuelve y cierra las balas, como se explica en el film y, por analogía, al revestimiento interior de los ataúdes para los caídos en combate.

Os recomiendo ver, al menos su primera parte, su proyección en la 2 éste martes. El final del recluta Patoso es puro terror, puro fantástico, el perfecto colofón a una locura progresiva. De hecho, es cuando el recluta acepta las normas del juego y se convierte en un "buen" soldado cuando aparece la bestia interna, el monstruo. Esa despersonalización está tan bien narrada que no sólo es aplicable al género bélico, sino a la realidad diaria, la de la política populista, medios de comunicación sectarios, redes sociales alineadoras... El sargento es perfectamente afín a cualquier "líder" actual, a cualquier personaje mediático... Todos estamos expuestos a una instrucción de marines permanente. 

Y, como también glosa el maestro Aller, que Dios bendiga a Ford, Eastwood y Lynch.

 
















































Comentaris

  1. Un genial artículo, sobre una película a primera vista simple, pero que en realidad es complicada.

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