El nido del cuco


Hola, bienvenidos al nido del cuco.

Hoy os quisiera recomendar la película EL ÚLTIMO HURRA, dirigida por el más grande, John Ford, y que se emitirá este viernes a las 15,25 en BTV, cadena que cuida mucho su programación cinematográfica, y remiten el sábado a la 01,00.
También puedo recomendaros otro clásico, la comedia SABRINA, del gran Billy Wilder, este martes en la 2 a las 22,00.

EL ÚLTIMO HURRA

Dirección
John Ford

Reparto
Spencer Tracy
Jeffrey Hunter
Basil Rathbone

Año / País:
1958 / Estados Unidos

Título original:
The Last Hurrah

Duración
121 min.

Guion
Frank S. Nugent (Novela: Edwin O'Connor)

Música
Miklós Rozsa

 

¿Por qué será que hay artistas que al poner su mirada sobre cualquier tema éste de pronto adopta un aspecto mucho más interesante para nosotros, incluso poético?

Pues Ford conseguía esto pese a contarnos la vida y la campaña electoral por la alcaldía de una ciudad americana. Un tema muy interesante para el que le apasiona la política, pero quizás no muy glamuroso o atractivo para el espectador en general. En el cine es difícil abordar ciertas temáticas y atraer a las masas. Pero la poesía de Ford conseguía humanizar y hacernos ver como personas a políticos, a militares, a pistoleros asesinos... Ford, en ese aspecto, le gustaba ser considerado un director de westerns, cuando los 4 Oscar's que obtuvo como director estaban muy alejados de esa temática.
El director, con una aparente sencillez pero un dominio extraordinario de la puesta en escena, nos hacía ver el lado humano de ámbitos sociales que en nuestra vida cotidiana nos pueden producir claro rechazo o como mínimo desconfianza, como por ejemplo el ejército o los partidos políticos. "El último hurra" es paradigmática en este sentido. Si alguien te comenta; ¿te apetece ver "El último hurra" de John Ford?, y le preguntas, ¿de qué va la peli? Y te contestan, de la lucha por la alcaldía en una ciudad; quizás torzamos el gesto y pensemos, "no me apetece demasiado ver una peli clásica en blanco y negro y con ese argumento". Sin embargo, si a la pregunta de qué va la peli contestamos; "es una película donde puedes ver los trapicheos y los compromisos en los que andan envueltos los políticos, los banqueros, los hijos de los banqueros, los estamentos religiosos, los ciudadanos ajenos a esas altas esferas; y también es una historia con la que puedes reírte, puedes llorar, puedes reflexionar sobre el compromiso en el trabajo, sobre la amistad, sobre la muerte, sobre las relaciones familiares, la vejez..."; entonces quizás la historia nos resulte mucho más atractiva que lo intuido a priori.

Y es que los grandes artistas como Ford son capaces de impregnar de talento y poesía hasta los ámbitos más lejanos a la belleza y el glamour, y eso tiene mucho mérito.

Otra de las características de su cine, es su irreverencia y su gran rebeldía, ya fuese para criticar la intransigencia de los altos poderes religiosos o políticos, o para mostrar su repulsión ante los sentimientos racistas, por ejemplo. Pero como lo hacía con tanta naturalidad, como quién no quiere la cosa, su cine y sus ideologías han sido cuestionadas, malinterpretadas y criticadas una y otra vez. Ford nunca fue conservador, fue un humanista que creía en valores hoy en desuso. Los valores que nos hacen ser seres racionales, humanos.

Suele decirse, y con razón, que una de las grandes virtudes de Ford es su sencillez, término que jamás debe confundirse con simplicidad. De esto último es de lo que quizás adolece su visión de la política y los politiqueos, con trazos de brocha gorda que se regodean en lo caricaturesco, pero que en ese sentido se quedan a medio camino y no alcanzan la causticidad y el auténtico sentido crítico que les podría haber conferido, por ejemplo, un Billy Wilder.

En cambio, cuando Ford deja de prestar atención, y lo hace a menudo, al cargo público y se centra, con el citado despojamiento formal, en el hombre que hay debajo, emerge entonces esa calidez y belleza de la que solo él poseía el secreto.

A este respecto me gustaría comentar una escena, que tiene que ser SPOILER porque desvela el final, pero os animo a leerlo porque así gozaréis más cuando la veáis. A mi no me importa conocer el argumento del film, me gusta disfrutar de cómo está contado, pero también podéis leerlo después de verlo, por supuesto:

Nuestro protagonista, el alcalde Skeffington (genialmente interpretado por Spencer Tracy) contra todo pronóstico acaba de perder las elecciones y regresa a su hogar. Cruza el amplio jardín mientras, al fondo de la calle —y en dirección significativamente opuesta a su trayecto—, cada vez más lejana visual y sonoramente avanza la marcha triunfal de los ganadores.

A Ford, es sabido, no le gustaba mover la cámara —sardónicamente respondía que los actores estaban mejor pagados que el maquinista, así que se movieran ellos—. Pero en este momento la cámara no es —no puede ser— un observador impasible y, solidarizándose con el derrotado —en un movimiento que tiene la misma intencionalidad ética que el único travelling de "Cuentos de Tokio"— le acompaña en ese largo trayecto por el jardín.

Al entrar en la casa, la mirada de Skeffington se posa en el cuadro de su difunta esposa, situado al final de la escalera (la primera vez que le hemos visto en la película —repárese en la circularidad narrativa— fue descendiendo las escaleras y dejando, como cada mañana, flores junto al cuadro). Mirando el retrato, Spencer Tracy esboza entonces un gesto alzando los hombros que vale por docenas de interpretaciones enteras ganadoras del Oscar.

Asciende entonces las escaleras. La cámara se las apaña para encuadrar de tal manera que le veamos tanto a él como, en la esquina superior, al cuadro. Literalmente, pues, acude al encuentro con su amada. Por eso no sorprende que en un nuevo plano más cercano le veamos desfallecer agarrado a la barandilla en el ataque que finalmente acabará con su vida.

Bastaría esta escena aquí relatada para entender porqué Orson Welles (quien, como se sabe, estuvo a punto de protagonizar este film, lo que quizás no lo habría convertido en mejor, pero sí en mucho más conocido) definía a Ford como un poeta.

Y la película podría acabar aquí; pero, al igual que "Dublineses" de Huston, cuando parece que termina empieza de verdad.

Los veinte minutos siguientes nos muestran a Skeffington postrado en cama despidiéndose de su sobrino, sus colaboradores y amigos, e incluso de algún que otro enemigo y de su atolondrado hijo. Lo que en manos de cualquier otro realizador podría haber sido un forzado anticlímax, en las de Ford eleva la cinta a las más elevadas cotas emocionales.

Finalmente, Skeffington muere —Ford no necesita tampoco mostrar el momento para conmovernos— y la última imagen de la película —en un recurso parecido al plano que cierra "La regla del juego"— nos muestra a sus amigos subiendo las escaleras mientras se remarcan notablemente sus sombras en la pared, símbolo de unos espectros vivientes que ya no tienen cabida en los nuevos tiempos.

Una película, pues, avanzada a su tiempo, donde empatizamos con los políticos de raza, aquellos convencidos de servir a la colectividad, y adivinamos los que le sustituirán, aquellos preocupados en el poder.

Verla. No os arrepentiréis. Y dejad comentarios al respecto. Un film como éste merece todos los posibles. 

Comentaris

  1. Un análisis muy interesante! Gracias!

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  2. Magnífico análisis. La secuencia del hijo dándose cuenta que su padre (Tracy) deja este mundo, tiene especial emotividad. Como la cajita de música del indio en Dos cabalgan juntos (1961), y tantas otras, Ford era un maestro de las emociones. Gracias.

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